Betania
Es lo que se denomina ‘persistir en el error’, algo que no nos conduce
al éxito como comunidad, sino a que terminemos siendo un pueblo fallido; estos
días hemos vivido una de las muchas contradicciones que simbolizan gráficamente
(a la vista de todos), ese augurio.
La Escuela de Ciudadanos pierde mucho músculo, referido a la audiencia,
que no a los propios ponentes o conferenciantes, todos ellos de gran nivel humano,
alguno de ellos intelectuales reconocidos; por el contrario, la iglesia local,
cavernícola donde las haya, llega a la exaltación, con motivo del pregón de
Semana Santa, a cargo de una socialista reconocida, caída del caballo al cruzar
el Azuer (menos mal que bajaba seco), que llegó a levitar ante el auditorio
rendido a sus cascos (del caballo, que no se escapó del tropezón).
Disminuyen (esto son matemáticas, que diría Rajoy) los asistentes a la
Escuela, lejos de los 400 alumnos de antaño; y aumentan los curiosos de eventos
religiosos, de los trasnochados, que pasan de los 100 de toda la vida al doble,
unos 200, algunos de ellos morbosos interesados en ver de cerca el proceso de
transmutación de Isabel en beata de relumbrón.
Pidió ocultar su currículo,
¡normal! las risas se habrían escuchado en Membrilla