MLFA
Junta + Diputación + Municipio + Empresa Pública, (Foto de 'castillalamancha.es') |
Durante el franquismo la descentralización se producía a través de las
Diputaciones, si bien es cierto que no se ‘descentralizaba’ mucho, que digamos;
de facto, ellas eran los vehículos transmisores de consignas, incluso de
actuaciones, del omnímodo poder central, hacia las provincias y, dentro del
desprecio que nos pueda merecer el sistema totalitario que supuso la dictadura
del general Franco, lo cierto es que aquel sistema, haciendo abstracción del esquema franquista, funcionaba, administrativamente hablando.
A partir del Estado de las Autonomías (Título VIII de la Constitución
de 1978), aparece un nuevo interlocutor: el ente autonómico, con diferentes
nombres según decidían los nuevos políticos, o bien obligados por terminologías de
corte histórico, como en el caso de Cataluña y Valencia (Generalitat) o de Euskadi y Navarra
(Fueros).
La pregunta es: ¿Por qué no se
eliminaron las Diputaciones en 1978?
La respuesta está en el refranero español: ‘Todo es bueno para el
convento’, llamando ‘conventos’ a los (insaciables) ‘partidos políticos’, que
precisaban de todas las instituciones: Congreso, Senado, Parlamentos y Gobiernos
Autonómicos, Diputaciones y Ayuntamientos, también, por si fuera poco,
Mancomunidades de municipios. Además de Empresas Públicas, que constituían una
Administración paralela abrevadero de la casta política tal como la conocíamos
hasta 2015.
Palacio de Fuensalida (para Dolores), (Foto de 'abc.es') |
El gasto y las tareas administrativas se duplicaban, triplicaban y
hasta se multiplicaban por cuatro en ocasiones; pasamos de 800.000 funcionarios
en 1978 a
3.200.000 en el año 2015; a ellos tenemos que sumar los cientos de miles de
‘contratados laborales’ o falsos funcionarios, y los paniaguados o cargos
políticos sin justificación alguna.
El alcalde de Manzanares, un
‘sin papeles’ (académicos) dirige a todos los bomberos
Citamos a este alcalde socialista porque lo tenemos más a mano; luego
seguiremos con él otro par de líneas. Por su ‘no hacer’, ya que no está
capacitado, en los parques de bomberos, percibe la friolera de 60.000 € al año,
más coche, tarjeta, dietas, y hasta clases particulares sobre LCI (Lucha Contra
Incendios) que le dan gratis desde ‘Azuer Diario’; como alcalde hay que sumarle
asistencias a plenos, juntas de gobierno, y a las comisiones que decida asistir;
sin olvidar sus emolumentos por una tercera administración a la que pertenece
como vocal, la reserva natural de las Lagunas de Ruidera, además de no cobrarle
por el baño durante el verano.
Las Diputaciones se convertirán en Consejos de Alcaldes, o sea, el
viejo truco de cambiar el nombre, de retorcer el lenguaje, pero que no cambie
nada. Esta vez les va a salir el tiro por la culata, ya que el Consejo de
Alcaldes no se puede ‘mangonear’ tan fácilmente como la Diputación; cualquier
alcalde despreciaría a Nemesio o al ‘chato’ en cada una de sus vacuas
intervenciones.
Vamos a ser pedagógicos: dos alcaldes enfrentados por problemas
concernientes a sus municipios, resolverían ‘directamente’ sus cuitas, teniendo
como testigos de mediación al resto de alcaldes de la provincia.
¡Fuera! Presidente, seis
vicepresidentes, jefes de consorcios, y portavoces
Todos estos cobran 60.000 € cada uno, más gabelas, y hacen de su capa
un sayo; en competencia directa con la Junta de Comunidades de CLM, en el caso
que hemos tomado como ejemplo.
Diputaciones de León,
Castellón, Valencia, ¿qué opinión nos merecen?
Carlos Fabra, ex presidente Diputación de Castellón, en prisión, (Foto 'eldiario.es') |
Podemos asegurarles que el contenido de este artículo lo asume
totalmente Emiliano García Page, junto con otros muchos presidentes de
Comunidades Autónomas, ellos son los primeros interesados en que desaparezcan
las Diputaciones, que solo sirven para hacerles la competencia y ponerles
zancadillas, incluso siendo del mismo partido, como es el caso de Ciudad Real y
otras provincias.
Lo advertimos: Julián Nieva
(horreur) no dimitirá del cargo de alcalde, “por si…”