Luz de Gas
Samuel ungiendo al joven David, (Foto de 'plus.google.com') |
El Señor dijo a Samuel: ¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena el cuerno de aceite y vete, por encargo mío a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey. Samuel contestó: ¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl me mata. El Señor le dijo: Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor.
Invitas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga. Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro: ¿Vienes en son de paz? Respondió: Si, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio.
Purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Cuando llegó vio Eliab y pensó: Seguro, el Señor tiene delante a su ungido. Pero el Señor le dijo: No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazó. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia. El Señor ve el corazón. Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel, y Samuel le dijo: Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.
Jesé hizo pasar a Samá, y Samuel dijo: Tampoco a éste lo ha elegido el Señor. Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel, y Samuel le dijo: Tampoco a éstos los ha elegido el Señor. Luego preguntó a Jesé: ¿Se acabaron los muchachos? Jesé respondió: Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas. Samuel dijo: Manda a por él que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: Anda, úngelo, porque es éste. Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.