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Aeropuerto de Bruselas, (Fotografía de Ketevan Kardava (AP) en 'El País) |
Se comprueba fehacientemente que los planes de integración de inmigrantes del Magreb en Francia y en Bélgica no han funcionado, y las consecuencias de esos errores las tenemos a la vista; Maroto, joven cachorro del PP, que trae toda la renovación del partido bajo el brazo; Fernández, ministro del Interior del gobierno en funciones de Rajoy; y el arzobispo Cañizares, católico a machamartillo; anunciaron que entre los refugiados sirios llegaban ‘agazapados’ terroristas yihadistas, cuyo objetivo era poner bombas en Europa, como si éstos fueran tontos, además de criminales fanatizados.
Personalmente recomendaría a los tres citados, y a quienes piensen como ellos, que: ante la horrible muerte en el barro y en el mar de sus pobres criaturas que estamos viendo con ojos desorbitados, no parece descabellado pensar que el odio hacia los europeos cristianos está anidando, todavía más, en sus corazones e incubando el huevo de una serpiente que nos morderá, a nosotros y a nuestros hijos.
Europa, en su prepotencia social, moral, política y económica, se creía a salvo de estas ‘cosas’ (que diría Rajoy), propias de esos pobres desgraciados de Líbano, Irak, y Jordania, los de Mali y Sudán, pasando por Indonesia. Resulta que esas ‘cosas’ son explosivos de alta potencia envueltos en odio ¿Irracional? y destrozan a los nuestros, a los de aquí. Es que para ellos, en sus fanatizadas mentes, se trata de un odio racional, y actúan en consecuencia.
El ‘Acuerdo de la Vergüenza’ de Europa acarreará graves consecuencias
“Debemos respetar la diversidad; ítem más, venimos obligados a integrar a los que llegan de fuera, para ello es imprescindible que extirpemos de nosotros el sentido de desprecio hacia ellos; les hace muchísimo daño y resulta inmerecido del todo”. (Martín Luño)
PS - Algunos 'politólogos' de a unos 300 € por tertulia aseguran que Maroto, Casado y Levy constituyen la sangre nueva que revitalizará el PP renovándolo. Si yo fuera de ese partido estaría pidiendo a la Macarena: ¡Virgencita, que me quede como estoy!