martes, 8 de marzo de 2016

El fiscal Carlos Jiménez Villarejo es hombre de la cáscara amarga

MLFA
José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo, (Foto de 'espíaenelcongreso.com')

Conocí a Jiménez Villarejo en 1987, mientras cursaba estudios de Criminología en la Facultad de Derecho de Barcelona; fue en el paraninfo, lleno a reventar para escuchar al fiscal Villarejo y al fiscal Mena, ambos responsables de la investigación del llamado ‘Caso Banca Catalana’, que resultó fallida por la concomitancia entre Felipe González y Jordi Pujol, por razones de tipo político.

Resultó claro y meridiano que, haciendo abstracción de su ímproba actuación, de su valentía (los dos amenazados de muerte), y de su profesionalidad sobresaliente, las diferencias de personalidad entre ellos eran notorias. Su unión y trabajo como fiscales, eso sí, resultaron a prueba de bomba.

Carlos Jiménez Villarejo disertaba con amargura; motivos de enfado tenía más que suficientes, tenía derecho a estar indignado; idénticos sentimientos que Mena, aunque éste no reflejaba amargura, más bien lo contrario: ilusión por la lucha que entre ambos llevaban a cabo, dos fiscales desasistidos por el fiscal general Luis Burón Barba, que actuaba al dictado de Felipe González.

El valor y la dignidad se les reconocen a los dos, eso resulta indudable

Hoy queremos sacar a la palestra a Jiménez Villarejo, de edad provecta y un plus de amargura que le desborda ya el raciocinio y nos ofrece una imagen patética, que viene a sumarse a la que asombró nuestras retinas cuando se presentó a 'eurodiputado' por la formación emergente Podemos.

Podía haberlo hecho como ‘colaborador’ en la sombra; no lo hizo, quería protagonismo y lo consiguió, viéndose obligado a dimitir a la primera de cambio, ya que, a su edad, esos viajes al extranjero: Bruselas, Luxemburgo y, seamos sinceros, tenía muy poco que aportar desde el 'euroescaño'.

Está realizando declaraciones contra Pablo Iglesias y su equipo que superan en mala fe y desconsideración a las de Rajoy, Sánchez y la Villalobos; y eso por decirlo de una manera políticamente correcta, ya que lo propio sería denunciarle por ‘exceso’ de mala ostia.

Huid de rojos contumaces, sobre todo si son de la cáscara amarga (como el Guerra)