Luz de Gas
Escupidera clásica, (Foto de 'revistadearte.com') |
Rumores, rumores, rumores, que decía aquella vieja canción de los años ‘60’, ya comienzan a sonar como realidades en boca de expertos politólogos; coinciden en el diagnóstico de la enfermedad, aunque difieren en el tratamiento. Yo suelo acudir, en estos casos, al efecto comparación estadística. Pensemos en aquello que son capaces de hacer una docena de botarates en un pueblo de 18.000 habitantes, después lo extrapolamos a escala país.
Para, a renglón seguido, comparar sus actuaciones y desmanes, con ciudades como Valencia, Valladolid, Madrid, y otras más pequeñas como Ciudad Real, Huesca, Cádiz y pueblos de 30.000 habitantes como Socuéllamos, así hasta llegar a Génova 13, donde individuos trajeados provistos de martillos destrozan discos duros de ordenadores, que ya han sido reseteados 35 veces.
Está claro que hablamos de una organización criminal, y como tal está siendo tratado en sede judicial el propio partido, no sólo miembros muy cualificados de su cúpula. No puede terminar bien, de ninguna de las maneras; la situación les desborda, ya que sus contables, como el de Al Capone, han empezado a ‘cantar’, hasta el punto de que ya se piensa en instalar escupideras en las salas de vistas de los Juzgados, al precisar enjuague de boca los que hacen las deposiciones; éstas en su doble sentido: como expulsión de excrementos, y como testimonio o declaración en sede judicial. En lenguaje llano: tratan de poner sobre la mesa toda la mierda que les rodea en su actividad política corrupta. Lo hacen con el fin de obtener 'rebajas' en sus condenas, a cambio de denunciar e informar acerca de otros 'corruptos' de su cuerda.
En cuanto al tratamiento del mal que asola España; unos consideran que el más adecuado pasaría por proceder a la ‘renovación’ del propio partido, dando paso a otros dirigentes más jóvenes (como si robar fuera cosa de viejos).
Otros hablan de ‘refundación’; o sea, proceder a la dimisión o cese, como hicieron los parlamentarios del franquismo, aquél suicidio colectivo de los procuradores en Cortes, morir para renacer, siguiendo a Lampedusa y su teoría bien conocida: 'Qué todo cambie para que nada cambie'.
Por último; la ‘disolución’ del propio partido popular, nada nuevo bajo el sol; ocurrió con la ‘UCD’ de Adolfo Suárez, y la tierra no dejó de girar alrededor del sol. Luego vino lo del ‘CDS’ que no dejó de ser una regurgitación. Y que hoy viene a ser lo de ‘Ciudadanos’ que no hay que confundir con ‘Movimiento Ciudadano’, a punto de desembarcar en estos lares.
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Les voy a dar mi opinión, por si les sirve de algo; se debe proceder a una ‘refundación’ del PP, con exigencia de responsabilidades penales y civiles al mismo tiempo; ya se ha hecho el cálculo y precisamos de 500 jueces y 400 fiscales a un año vista; amen de reunificar la información en manos de los diferentes cuerpos de policía existentes. Pero una refundación real, con cambios sustanciales en estructura de partido y en participación de la militancia, a modo de contrato.
De vuelta en el pueblo, mirar con recelo a nuestros propios botarates y pajarracas
PS - Devolver a los Institutos la asignatura de "Educación para la Ciudadanía", aunque haya que cambiarle el nombre para despistar al facherío educativo.
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