sábado, 16 de abril de 2016

Sabbath; Samuel: Saúl implora a David con grande engaño (2)

Luz de Gas
Inscripción del texto filisteo de Ecrón, (Foto 'wordpress.com')

Que mi sangre no caiga en tierra, lejos de la presencia del Señor, ya que el rey de Israel ha salido persiguiéndome a muerte, como se caza una perdiz por los montes. Saúl respondió: ¡He pecado! Vuelve, hijo mío, David, que ya no te haré nada malo, por haber respetado hoy mi vida. He sido un necio, me he equivocado totalmente.

David respondió: Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque Él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor. Que como yo he respetado hoy tu vida, respete el Señor la mía y me libre de todo peligro.

Entonces Saúl le dijo: ¡Bendito seas, David, hijo mío! Tendrás éxito en todas tus cosas. David siguió su camino, y Saúl volvió a su palacio. David se echó esta cuenta: Saúl me va a eliminar el día menos pensado. No me queda más solución que refugiarme en el país filisteo; así, Saúl dejará de perseguirme por todo Israel y estaré seguro. Entonces, con sus seiscientos hombres, se pasó a Aquís, hijo de Maón, rey de Gat. David y su gente vivieron con Aquís en Gat, cada uno con su familia: David con sus dos mujeres, Ajinoán, la yezraelita, y Abigail, la esposa de Nabal, la de la Vega.

Avisaron a Saúl que David había huido a Gat, y dejó de perseguirlo. David pidió a Aquís: Si quieres hacerme un favor, asígname un sitio en una población del campo para establecerme allí; pues este servidor tuyo no tiene porqué residir contigo en la capital. Aquel mismo día Aquís le asignó Sicelag. (Por eso Sicelag pertenece a los reyes de Judá hasta hoy).

David estuvo en la campaña filistea un año y cuatro meses. Solía subir con su gente a saquear a los guesureos, a los guirsitas y a los amalecitas, los pueblos que habitaban la zona que va desde Telán hasta el paso de La Muralla y hasta Egipto. David devastaba el país, sin dejar vivo hombre ni mujer; tomaba ovejas, vacas, burros, camellos y ropa, y se volvía al país de Aquís. Aquís le preguntaba: ¿Dónde han saqueado hoy? David respondía: Al sur de Judá. O bien: Al sur de los yerajmelitas. O bien: Al sur de los quenitas.