Luz de Gas
Cuadro de Guillaume Courtois, (Fotografía de 'ancient-origins.es) |
Éste, precedido de su escudero, iba avanzando acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y hermoso, y le gritó: ¿Soy yo un perro para que vengas a mi con un palo? Luego maldijo a David invocando a sus dioses, y le dijo: Ven acá y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.
Pero David le contestó: Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel, y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas y lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y los entregará a ustedes en nuestro poder.
Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al morral, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza.
Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron. Entonces los soldados de Israel y Judá, en pie, lanzaron el alarido de guerra y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón; los filisteos cayeron heridos por el camino de Dospuertas hasta Gat y Ecrón. Los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos y se volvieron para saquearles el campamento. David tomó la cabeza del filisteo y la llevó a Jerusalén; las armas las guardó en su tienda.
Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a Abner, general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese muchacho? respondió: Por tu vida, rey, no lo sé. El rey le dijo: pregunta de quién es hijo el muchacho. Cuando David volvió de matar al filisteo, Abner lo llevó a presentárselo a Saúl, con la cabeza del filisteo en la mano. Saúl le preguntó: ¿De quién eres hijo, muchacho? Davis respondió: De tu servidor Jesé, el de Belén.