Cristina Fuentes
APDHA
Puente de Biutz. (Fotografía de Cristina Fuentes) |
En cuanto al estado civil, encontramos entre las porteadoras a mujeres divorciadas, viudas y casadas. Estas últimas trabajan bien porque son el único sustento de su unidad familiar, bien porque el marido está incapacitado para trabajar o porque no encuentra trabajo. De tal modo que el estado civil no es relevante por sí solo, pero sí lo es que sobre ellas recaiga el peso económico de la familia. Estas mujeres trabajan de porteadoras para alimentar a sus cargas familiares, no hay porteadora que no tenga que alimentar a sus hijas e hijos, marido o padres.
Esto cobra especial importancia ya que el trabajo como porteadoras puede compaginarse con sus labores como amas de casa, madres y esposas; algo que trabajando en una fábrica de la industria de exportación sería imposible por el interminable horario laboral de este tipo de empleo.
¿Por qué se permite esta situación?
La situación de las porteadoras es una vergüenza para ambos países. Se trata de mujeres en exclusión social con cargas familiares y en pobreza extrema (tanto que si un día se rompen un brazo, al día siguiente vuelven a trabajar porque si no trabajan no tienen con qué alimentar a sus familias). Encontramos a mujeres que cargan fardos de 50 kilos y esperan filas interminables de pie, sin ninguna sombra, ni agua potable, ni aseos… Se encuentran expuestas a acoso, a los juegos de favores y a abusos sexuales. Son víctimas de violencia policial indiscriminada, de la situación autopercibida de ilegalidad de su trabajo y del rechazo de su sociedad de origen. Tanto es así que las familias de las porteadoras piensan que trabajan como empleadas domésticas en Ceuta.
Todo esto ante la incapacidad y la pasividad de ambos lados de la frontera, ¿por qué?