domingo, 12 de marzo de 2017

La letra con sangre entra, otra historia del Colegio Santiago Apóstol

César Estornés
Colegio Santiago Apóstol
Bilbao

"Uno va con el niño que fue"  (Saramago)

Publicamos este artículo del 'compa' Estornés en defensa de la ley de Memoria Histórica

Como alumno que fui de ese colegio no guardo un buen recuerdo, parece que uno siempre trata de olvidar aquello que no le ha sido ni grato, ni agradable en la vida. Nunca he conservado nada de mi paso por ese colegio. 

Tenía siete años y me sacaron del Colegio Francés de José María Escuza para entrar en el colegio Santiago Apóstol de Bilbao de los frailes de la Salle o los curas del babero, así llamados popularmente. Mi profesor se llamaba don Celestino y mi clase, primera de elemental A, esto fue en al año 1957. He sido un estudiante malo e indisciplinado y rebelde. Me solían sacudir a menudo, rara era la semana en la que no me daban leña.

Éstos nos educaron en el desprecio a la mujer, ellos le decían "respeto"

En aquellos años los frailes en la enseñanza tenían permiso para pegar y no entendían otro método de enseñanza que no fuera ese. En una sociedad autoritaria y represiva. Podías llegar a casa con la cara marcada, una oreja colgando o el tímpano reventado y no pasaba nada, tus padres le daban la razón al fraile. Aunque alguno de ellos fue enviado a otro colegio o expulsado por sus muestras diarias de bestialidad. El miedo de no saber la lección o los deberes sin hacer, el peor día de la semana era el lunes y día de reparto de leña. 

Distinto a los tiempos de hoy, los padres van al colegio y le pegan al profesor o al director, ¡Porque a su hijo no le toca nadie! (Dentro de lo malo, es mejor ésto que aquello, aunque ambas prácticas sean reprobables).


La palabra fraile es un poco despectiva, ellos se hacían llamar los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la Salle. En su gran mayoría procedían de Guipúzcoa y de la ribera de Navarra, tierra de vocaciones. Por los años 1940 y 1950 ingresaban los muchachos al noviciado, tenían seguro el sustento y el techo. Recibían algunos estudios muy básicos, eran pocos los que tenían algún título universitario. Cuando se daban las clases de Física, Química o Matemáticas recurrían a seglares con título. 

En las otras asignaturas con el tiempo y la repetición adquirían ciertos conocimientos. Lo que no quiere decir que todos los frailes fueran unos zotes, también había algunos buenos y con dotes pedagógicas. El sistema educativo gubernamental, en aquella época estaba entregado a la Iglesia, tenían todo tipo de facilidades y mínimos controles.

En general eran gentes de gran simpleza, algunos bastante primarios, convencidos de su labor espiritual y docente en la tierra. Obedientes y sumisos con sus superiores. Tenían sus virtudes y sus vicios y eso era lo primero que queríamos descubrir, por sus conductas atrabiliarias. Los motes era algo muy común, algunos de ellos con gran ingenio que se fueron perpetuando a través de los años.

Los años que van de 1940 a los años 1970, los frailes que más leña daban eran los Escolapios, seguidos muy de cerca por los hermanos de la Salle. Los Jesuitas eran otra cosa, educaban con rigor y disciplina pero nunca maltrataban al alumno, tenían otro nivel cultural.

En el colegio siempre nos hablaban del infierno, la condenación eterna, el sexto mandamiento y las malas compañías. Al terminar la guerra cuando moría algún alumno del colegio, sacaban la foto del difunto en la memoria del colegio, el muchacho aparecía muerto en su cajita blanca, esta fascinación necrófila se fue pasando con los años. Se podía ver en la memoria del colegio el texto mortuorio y decía así: Bajaron los ángeles, besaron su rostro y cantando a su oído "le dijeron ven" (de ahí la canción de Mocedades sobre 'La Loca de Arriquíbar', que eran del colegio) con nosotros.


Recuerdo cuando nos llevaron a ver el cadáver de un fraile viejo, creo que se llamaba Torcuato murió en 1963, era el primer cadáver que veíamos. Durante el recreo y con el bocadillo en la mano, los olores de muerte del embalsamado, el incienso y lo desagradable que nos resultaba. Ya el bocadillo no lo podíamos terminar, el mío era de tortilla francesa en una Viena de Harino Panadera ¡aquellos bollos, eran deliciosos!

Algunos hermanos de la Salle eran especialmente crueles, pegaban sin piedad. De una trompada te tiraban contra la pizarra, bajabas del pupitre hundido y humillado. Cuando te pegaban con la regla ibas a casa con las piernas marcadas y calentitas. La regla era un instrumento de castigo, la regla negra de cuadradillo con filete de metal, con ella te pegaban en los nudillos castigo refinado y doloroso. Había un seglar que usaba una goma para pegar no hacía carrera con las reglas de madera. Algunos chicos se untaban con ajo las manos, argumentaban que era menos doloroso. Al que estaba enredando o hablando en clase, el fraile le lanzaba a la cabeza el borrador de la pizarra, que era un tocho de madera y te hacía una brecha, la sangre la paraban con el pañuelo lleno de mocos del hijoputa aquél.

Al hermano Joaquín, era muy grande, jugaba a mano nacido en Azpeitia, le llamaban Milímetro, daba las bofetadas con la mano abierta como si jugase a mano contigo. El hermano Josué "Pistolas" hacía el gesto con la mano de una pistola."Usted a la pared".

Del hermano Martín no conocemos su mote, pero su especialidad era sacar mocos y hacer bolitas, luego con un lápiz de mina fina los pinchaba. El hermano León era "Poke de Moke" por su defecto en el habla. Controlaba el orden y la disciplina en las filas, en todo el colegio y daba los vales de paseo a las clases. El "prefecto" era un perfecto desalmado, si te cogía por detrás hablando te daba con el pito de hierro en la cabeza. Otro fraile llamado "Cerdito" por su aspecto porcino y sonrosadito. Era el continuador del Museo de Ciencias Naturales del colegio, tenía un mono Tití que le acompañaba. Pero este simio tenía una mala costumbre siempre se la estaba meneando. Dice la leyenda urbana que alguien le cortó la mano para disuadirle de tan feo vicio, pero está por demostrar. El mono que era un tití se llamaba Manolo y veraneaba con los frailes en el Noviciado de San Asensio. En honor a la verdad hay que decir que ese museo estaba muy bien. 

Javier Markiegi era de los pocos frailes progres del colegio, daba religión y su especialidad era el Concilio Vaticano II. Años después se hizo cura obrero y tuvo diferencias con los poderes eclesiásticos y colgó los hábitos. Tenía un hermano más pequeño en el colegio, nada recomendable como compañero de clase, se llamaba Jokin en la mili en su expediente militar figuraba como "Hippy Peligroso". Aquello fue en Gamarra en los años 1970 y sin que sepamos que quería decir esa clasificación. 

Noviciado de San Asensio (La Rioja), la cadena de montaje de sicarios de la Orden

Javier tomó los hábitos en el Noviciado de San Asensio, con el nombre de hermano Javier Bernardo el día 8 de Diciembre de 1954. Otro hermano también estaba en vías de ser fraile se llamaba Antonio junto con Roberto Lerchundi que quiso ser sacerdote, pero a éste Dios torció su voluntad y se hizo comunista (y médico de prestigio) con los años. 

Juan el Loco, era el encargado de los cofrades de Santiago Apóstol con hábito azul y la cruz de Santiago de color rojo desfilaban la Semana Santa de Bilbao y ¡Cuanta gente por las calles viendo las procesiones, la devoción y el recogimiento que se veía! en todas partes, el Viernes Santo día de silencio, no se podía oír la radio, ni cantar hasta el Sábado de Gloria que era cuando estrenaban las películas, todo estaba cerrado, no había ninguna diversión. 


Estanis, otro guipuzcoano de Azpeitia, promocionaba las duchas frías contra la masturbación. En los noviazgos olía los penaltis y enseguida exigía deshacer la relación. Era un buen profesor de matemáticas, siempre con el rosario entre manos.

Luis Haya, era el hermano del aviador héroe del lado franquista Carlos Haya. Morro-Puta, una parálisis facial le había torcido el morro. También le llamaban "Peón" porque andaba hacia delante y comía de costado. Este hermano se llamaba Julio Alfredo y tenía el dudoso honor de tener dos motes. 

Fernando "El Babas" siempre con el pañuelo en la boca, la docencia y él eran incompatibles. Era un psicópata compulsivo extremo, te citaba a las siete de la tarde y con el colegio vacío te arreaba una paliza brutal. 

Hermano Santiago "El barbas" hacía muchas idas y venidas a la cocina, donde se perfumaba convenientemente ¿Sería del clarete de San Asensio? Otro hermano Santiago, el encargado de la Iglesia, se movía en Vespa por Bilbao. Un fraile muy viejo llamado Fructuoso, se encargó de la secretaría y en la enfermería, hacía las curas de urgencia. 

Pablo Basterrechea este fraile se mató en un accidente de coche, con un Dauphine (Renault) popularmente llamado el coche de las viudas. Un profesor seglar llamado Máximo Palacios y apodado "Mínimo Chabolas". Un seglar que daba química en el colegio y en la escuela de ingenieros, apodado Manzanita por sus mejillas rojizas. Rafael Zamalloa, apodado Gori-Gori.

El administrador del colegio Mateo Leví, cuando pasabas por secretaría a pagar la mensualidad te daba regaliz. Se llamaba el hermano cajero Florencio Pío. El hermano Félix, llamado Panoli por su ingenuidad casi infantil, el hermano Emilio llamado Alubia por su cabeza de legumbre incomestible.

Los seglares caían mejor, estaban considerados en general como mejores profesores. Casi todos daban en dos sitios en el colegio y en el instituto. José María López Varona, llamado "Cocón", hombre de buen humor lo de los curas se lo tomaba con ironía y sorna, lo que se dice un cachondo. Otro seglar apodado "Cobra" muy recto y buen profesor. Cuando se enfadaba en la frente se le marcaban unas rayas como al reptil. Otro seglar Teófilo era un profesor delgadito, menudo y muy moreno. 

Tarsicios y Viriatos

Amann, apodado "Fede el veraneante" era de buena familia de los famosos y numerosos Amann. Daba clase de física y química, también como los otros daba clase en el Instituto. Parece ser que no estaban bien pagados y trabajaban en los dos centros. 

Los profesores de aquella época imperial, los que daban la Formación del Espíritu Nacional (doctrina falangista) iban con el uniforme camisa azul y corbata negra. Se llamaban Alonso Pedraja y Marañón.

Los profesores de gimnasia eran militares, el teniente Morón y el brigada Francisco Arrieta daban las clases en el patio del colegio, con el uniforme militar. 

Había un fraile que tenía un original mote "Poblet-Capicua" porque tenía el culo igual que la cabeza. Era el hermano prefecto y se llamaba Juan Carlos, había en el colegio dos prefectos según los cursos, el de mayores y los pequeños. 

Guardo un grato recuerdo y con especial simpatía a don Celestino Basabe, mi profesor era un seglar con bata gris o negra desteñida y con txapela. Un cigarro en la comisura de los labios, en su clase cabían de 40 a 50 alumnos nos enseñaban las primeras letras y a escribir. Con toda su santa paciencia, exagerada paciencia unos se cagaban y otros se meaban el se encargaba de limpiarlos y llamar a la madre para que le trajese una muda. 

A los malos estudiantes casi nunca nos daban regaliz de Zara, se decía que era una fábrica de los curas. Pero teníamos una ventaja sobre los listos, nos llamaban para dar la lección. Completamente mudos, con un grito destemplado o un cachete nos íbamos a nuestro sitio.

Un cálculo somero habla de un 30% de frailes pederastas, lo sufrían los internos. MLFA 

Los empollones se subían a la tarima, pegados a la silla del fraile mientras iban desgranando la lección. El fraile le metía la mano por el pantaloncito corto hacia arriba. ¿Hacía arriba, cuanto? dependía de la extensión de la lección. El niño se quedaba quieto sorprendido y asustado. PPP (Pura Pederastia Pública). 

Esta fea costumbre con el paso del tiempo se vio que era un serio problema. Las autoridades religiosas no hicieron nada por atajarlo, lo que ocasionó quebraderos de cabeza y descrédito en la Iglesia. La dispensa del celibato, hubiera evitado muchos problemas o el permiso los jueves por la tarde para aliviarse en la Palanca. (Barrio de las putas en Bilbao). Descargar la testosterona siempre es muy aconsejable. Hubo un caso de alumnos que fueron expulsados del colegio, por ir a curiosear a la Palanca y fue precisamente un hijo de una mujer de la vida alegre el que les denunció. En estas situaciones los frailes actuaban con el máximo rigor y sin piedad. 

Un hito para muchos alumnos, fue cuando el Hijo del Altísimo "Jaime" le dio una bofetada a un chico llamado Ma.... y este le respondió, el cura terminó en el suelo, con la sotana levantada y en una situación muy comprometida. Algunos chicos se quedaron mudos y otros aplaudieron. Era la clase de Preu y los chicos tenían de 16 a 17 años. Jaime era un fraile alto, de cabeza apepinada y de poco pelo. Cantaba el Kyrie en el coro con buena voz.

Paseo con don Celestino por la ría de Bilbao en el "Chimbito"

En los jesuitas se le llamaba de una forma muy cursi, "Príncipe", en el Colegio Santiago Apóstol, se llamaba Javier de Mouriz y Eguidazu era nuestro príncipe. Desde el primer piso, en la galería Javier hablaba en nombre de todos los alumnos y tenía buen pico. A su lado el director Don Paulino, peinado hacia atrás, gafas redondas de concha y unos mofletes que destacaban en su rostro, aparentando cara de buena persona. 

Javier era alto, guapo, apuesto, con el pelo ondulado y sacaba buenas notas. Era el "pelota oficial del colegio". Nos daba la bienvenida y nos contaba lo bien que lo íbamos a pasar con los nuevos profesores y los libros. La cartilla de las notas, debía llevar la firma del padre y de la madre. Se solían ver burdas falsificaciones y expertos calígrafos en la trampa. Era una fuente constante de castigos la falsificación de las notas. 

Siempre recordaré en mi casa cuando enseñaba las notas. Mi padre iba detrás de mí con un cinturón para zurrarme. Una gran mesa de roble americano herencia de mi abuela Petra. Yo corría con toda mi alma alrededor de la mesa y mi madre me iba poniendo obstáculos, sillas para cortarme el paso. 

Un recuerdo muy agradable era para mí cuando se levantaba la casa a finales de Junio, por fiestas de San Pedro las vacaciones de verano ya estaban allí. Los muebles tapados y los cristales de las ventanas pintados de blanco España.Tres meses de vacaciones en Mundaka hasta finales de setiembre. Pero para mí no eran vacaciones completas, tenía que recuperar los suspensos, toda la mañana ocupada en estudiar.

Mati Entrena, era un interno peculiar de familia adinerada, simpático y buen amigo; falleció muy joven, con 40 años

Las ceremonias religiosas eran tediosas, aburridas y larguísimas. El imponente órgano, que tocaba el hermano Gerardo sobrecogedor durante los oficios de Semana Santa y el coro con los hermanos Pablo y Jerónimo. 

Las confesiones eran obligatorias, en el banco corrido de la iglesia a la espera de su turno. El capellán siempre se iba hacia el sexto mandamiento, cuando te decía: Se te empina hijo, si padre, si padre. Esa celosía del confesionario tan poco higiénica.

Las confesiones de los chavales eran mucho más interesantes que las de las viejas beatas. No tenían ningún pecado que valiera la pena. A veces se oía una voz alta y contundente:¡Cien padres nuestros! cincuenta Ave-María y todos los chavales escandalizados mirábamos al penitente que salía del confesionario avergonzado y asustado. (Había confesado muchas ‘pajas’). 

Padre de un alumno comisario de policía hizo que enviaran a Perú al fraile psicópata 

Los miércoles era el día de la confesión, en cierta ocasión llegó a oídos del fraile que en su clase había un chico que no se confesaba nunca. El impío fue delatado y escarnecido delante de toda la clase. El fraile le llamaba: impío, lucifer, hereje, manzana podrida de la clase y cada vez que le iba dedicando uno de esos epítetos, le daba una patada bien en la espalda, de frente o en la cabeza. El chico llegó a su casa como un "Ecce Homo". Al día siguiente se presentó el padre del muchacho en el colegio, resultó que el progenitor era comisario de policía y el inhumano fraile fue destinado a un colegio que tiene la orden en Cuzco (Perú).

Cuando te castigaban al medio-día sin comer, te quitaban los zapatos para no escaparte y cerraban la puerta con llave. Algunos "elementos" se descolgaban por el balcón para escapar. En esa calle existía en la misma acera una bodeguilla, donde solíamos bajar a comer unos excelentes bocadillos de anchoas y bonito con divisa, con porrón de vino.

Plaza de Arrikíbar en la actualidad

No podemos dejar de citar en estos recuerdos colegiales, algunos personajes que también tenían alguna relación con el colegio. La Loca de Arriquibar, era una loca de amor de un muchacho de un comercio próximo, en Alameda Urquijo y este amor no fue correspondido. Todos los días se sentaba en un banco de la Plaza de Arriquíbar, tricotando llamativos gorros de colores. Ella también iba tocada con alguno de ellos, cada día uno distinto. Tenía la mirada puesta en dirección a su amado. Era tan habitual en la plaza como el agua que fluía de la fuente. Era una mujer morena con rasgos fuertes y gran nariz. Los chavales no respetaban su dolor y le solían tomar el pelo. No sabemos cuando murió, pero fue una bella historia de amor no correspondida que terminó en locura. 

Roberto Uranga, primero a la izquierda, compañero de pupitre del editor de Azuer Diario, falleció joven (56)

‘La Loca de Arriquíbar’ fue inmortalizada en una canción de ‘Mocedades’ que tuvo mucho éxito; ya de mayor fue internada en Basurto donde falleció. (MLFA) 

Había un portero de la Plaza de Arriquibar que comía gato los domingos y decía que era un manjar exquisito, quizás le cogió el gusto durante la guerra.

La señora María, tenía su puesto de chucherías de color azul en la calle Alameda de Urquijo pegada a la pared de la Alhóndiga y frente a la puerta de entrada del Colegio. Un carro de madera con ruedas que guardaba en García Rivero. Una ventana frontal con cristales abatible. A nosotros nos parecía muy mayor y seca, con falda larga y pañuelo a la cabeza, quizás viuda. No tenía ningún reparo en dar unos pasos atrás y delante de todos los chavales ponerse hacer "aguas menores".

No sabemos con que mano cogía las chufas, pero nosotros no hacíamos ascos a nada. Las chufas las servía en un cucurucho de papel de estraza, regaliz de palo, de Zara, piñones, cigarros sueltos de todas clases Peninsulares, Ideales, Celtas, Chester, Bisonte y los emboquillados americanos, más refinados y para chavales con más paga. 

Tengo el recuerdo de un niño al que su padre siempre le llevaba al colegio en bicicleta, montado en el cuadro de la bici, le bajaba, un beso y le daba el bocadillo, así todos los días. Era de mi clase, y lo recuerdo por la ternura y el cariño de ambos. En alguna ocasión lo he comentado con ese niño que llevaba un flequillo sobre los ojos cortado a la taza, hoy en día lo suelo ver y le comento este recuerdo que tengo de él.

Había un bar de ex-alumnos, que lo llevaban Juan-Mati y Ángel. En teoría solo podían entrar los antiguos alumnos, pero entraban los alumnos del colegio de una cierta edad. Estaba situado en la calle Alameda Recalde casi haciendo esquina con Licenciado Poza. Allí se podía fumar en lugar de hacerlo a escondidas en los aseos. Tenía algo que le distinguía de otros bares, su excelente tortilla de patatas. Se jugaba a las cartas, a los dados. En este club nos sentíamos más mayores. Javier llevaba la tienda de caramelos y chucherías del colegio, haciendo por tanto la competencia a María.


José María Íñigo, a la izquierda


Durante el curso 1965-1966 actuó la Orquesta del Palazzo Pitti y trajo al solista Salvatore Accardo un virtuoso del violín. Tampoco podemos olvidar al pianista bilbaíno y alumno del colegio Joaquín Achúcarro el curso 1965-1966. José María Iñigo se fue a Inglaterra se empapó de inglés y de la música pop del momento y su éxito fue todo seguido comenzó en la radio en programas de música. (Se fue a Inglaterra por un fracaso amoroso y acertó).

Parece que la sociedad de hoy ha cambiado mucho, hoy son los alumnos los que agreden y maltratan a los profesores y estos se cogen la baja por depresión.

El colegio se cerró junto con el cine nuevo el 1 de Junio de 1976 y en parte de este colegio se ha construido una fea plaza, más que fea horrorosa. (Tan horrorosa como los recuerdos de muchos alumnos del colegio). 




El colegio se conocía como “El Chami”, diminutivo de “Chamizo”, por algo sería


NOTA: Si se trataba así a los hijos de la clase media, pueden imaginar lo que se hizo con los alumnos de escuelas públicas y artes y oficios, con maestros fascistas y depravados (en su mayoría) como algunas bestias.