MLFA
Palacio de la Moncloa. Fotografía de 'ABC' |
A partir del año 2000, en pleno apogeo del gobierno de José María Aznar, han venido realizándose determinados ‘pactos’ entre ‘populares’ y ‘socialistas’ (socialdemócratas, como les gusta llamarse ahora) que han supuesto un ‘recorte’ (otro más) muy importante de las libertades que disfrutamos en las dos décadas anteriores. Consideraron excesivas las mismas, a pesar del ‘tajo’ que les habían propinado a raíz del golpe de Estado de Tejero, que se superpuso al golpe ‘blando’ programado por el general Armada y Felipe González en aquella reunión de ‘salvación nacional’ que celebraron en Lérida; y ambos partidos, PP y PSOE, actuaron en consecuencia.
“Todo aquello que es susceptible de empeorar, empeora”. (Edward A. Murphy)
Pactos contra el terrorismo de ETA; varios que yo recuerde, que no sirvieron de nada, salvo para hacerse la foto, ya que el Código Penal era suficiente para poner a buen recaudo a los miembros de la banda. Pacto contra el terrorismo Yihadista; que tampoco significaba nada que no fuera un brindis al sol; ya que las Fuerzas de Seguridad, en especial Guardia Civil y Policía Nacional, así como la ‘Inteligencia’ del Estado (CNI), y la mejora de la relación bilateral con Marruecos, fueron los artífices de una actividad contra-terrorista que, a día de hoy, podemos calificar de óptima, aún admitiendo que no existe seguridad “10”, al tratarse de organizaciones imbuidas de fanatismo, bien por idearios religiosos, bien por teorías atávicas de raza y credo.
Que ‘SÍ’ sirvieron para cercenar libertades y cuya consecuencia fue la “Ley Mordaza”
SITEL, del que hemos hablado largo y tendido en ‘Azuer Diario’ de la mano de quien fuera uno de los mejores agentes del CNI; y la ‘Red Araña’, tan de moda actualmente por la cascada de demandas y sentencias condenatorias contra ‘tuiteros’ y cantantes, semanarios satíricos y titiriteros, blogueros y otros elementos que el ‘sistema’ considera especímenes a ‘neutralizar’, son utilizados con profusión por esos mismos cuerpos de seguridad, con el desprestigio que supone para los mismos a ojos de la ciudadanía, que consideran - con mucha razón - que está en riesgo la 'libertad de expresión'.
Se desprestigia la Judicatura, obligada a ‘interpretar’ leyes nacidas de pactos espurios
Aquel famoso asesor de Clinton diría: ¡Son los políticos, estúpido!