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Valla de Melilla. Frontera Sur de Europa |
Buena parte de las medidas que quiere implementar la UE tienen un precedente: España ha sido pionera en la puesta en marcha de esas políticas de control y represión de las migraciones. Primero fue el despliegue del SIVE (Servicio Integrado de Vigilancia Exterior) en toda la costa española, que, pese a sus límites, sigue siendo un instrumento eficaz de detección temprana de las pateras. Se calcula que la implantación del SIVE en toda la costa española ha podido alcanzar un coste de 300 millones de euros. (50.000 millones de pesetas).
Por otro lado, las vallas que se empezaron a construir entre 1.995 y 1.998 y que han sufrido varias transformaciones a lo largo de estos 20 años: doble vallado, elevación a seis metros, colocación de la sirga tridimensional, de mallas antitrepa y finalmente recolocación de las famosas concertinas en 2014, entre el rechazo de instituciones y ONG de derechos humanos.
Europa construye vallas y sigue el modelo de Ceuta y Melilla. Las concertinas que se instalan en Europa proceden de España, en concreto de la empresa Mora Salazar, que emplea el nombre de ‘European Security Fencing’ para el mercado extranjero, y que también ha suministrado concertinas a Marruecos, Túnez, Argelia, Turquía, Grecia y Rumanía desde 1975, año en el que se creó la empresa.
Según el informe de Amnistía Internacional “Miedo y Vallas: los planteamientos de Europa para contener a los refugiados” España ha gastado 22.000 euros diarios entre 2005 y 2013 para la instalación y mantenimiento de las vallas en las fronteras de Ceuta y Melilla. Según el mismo informe se han destinado más de 175 millones de euros a la construcción de 235 kilómetros de vallas en las fronteras exteriores por parte de los Estados de la Unión Europea.