martes, 1 de agosto de 2017

'Oligarquía financiera y poder político en España' - M. Conde (025)

Manuel Puerto Ducet

La insolación, a bordo de los grandes yates de este hombre, termina envejeciendo la piel, igual que la cárcel.

Capítulo 5

Corrupción sistémica

Corrupción 'alegal'

El mejor antídoto contra corrupciones financieras son, sin duda, las crisis. Los comportamientos irregulares se producen al amparo de un boom financiero e inmobiliario y suelen destaparse en el preámbulo de un ciclo recesivo. La crisis del petróleo de 1974 se alargó hasta bien entrados los ochenta y, en el ínterin, se produjeron muy pocos escándalos financieros. Mario Antonio, tres veces Conde, ejercitando su característico tiroliro. Es Conde por primer apellido; es Conde por segundo apellido y «esConde» la mayor parte del patrimonio irregularmente adquirido. Hasta 1986 no detecté, desde la privilegiada atalaya de BANIF, la primera actuación amoral con la participación estelar de Mario Antonio Conde Conde y Jaime Soto López- Dóriga —por aquel tiempo director general de la entidad e ilustre garbanzo negro de la misma—. 

Ambos se ejercitaban para futuras y más sonadas actuaciones; las de Mario Conde son sobradamente conocidas, aunque hoy se haya convertido en mártir de la ultraderecha, mejorando con un toque de solemnidad los métodos de su hermano en Cristo, Ruiz Mateos. Jaime Soto, por su parte, daría más tarde el campanazo, junto al Síndico-Presidente de la Bolsa de Madrid, Manuel De la Concha, aprovechándose del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, en el «caso Ibercorp». Aquel mismo año se iniciaba también la ofensiva de Javier de la Rosa a lomos del corcel de KIO.

Siempre consideré que gestionar el patrimonio de nuestros clientes mediante poderes añadía un plus de responsabilidad a nuestro cometido; convicción compartida por todos los profesionales de BANIF con la excepción apuntada, que lamentablemente mancilló una trayectoria impoluta. La actuación de Soto no trascendió públicamente en aquella ocasión, gracias, al amparo cómplice de un influyente Mario Conde, que ya antes de saltar a las páginas de Hola ejercía de ídolo de financieros agresivos. Paradójicamente, la inmediata promoción de Jaime Soto a consejero-delegado del Banco Hispano Americano liberó a BANIF de una mala influencia, evitando que se desviara de la línea que hasta entonces le había prestigiado. 

La cabra siempre tira al monte y Jaime Soto López-Dóriga no tardó demasiado tiempo en dejar al Banco Hispano Americano como un solar, aprovechando la debilidad de su presidente Alejandro Albert. La urgente actuación de mi paisano, el «bombero» Claudio Boada, pudo evitar en última instancia un desastre anunciado. Se dice que la ley va siempre por detrás de la realidad. Hasta la promulgación de la Ley para la Reforma del Mercado de Valores, la «información privilegiada» era herramienta de uso común. Gracias a la jerarquía moral europea, tan abusiva práctica fue incorporada posteriormente al Código Penal, cuya ausencia había posibilitado que a lo largo de los años la banca manipulara los resortes bursátiles en beneficio propio y consecuentemente en perjuicio de los mismos de siempre. 

El único laboratorio farmacéutico en España que en la postguerra tenía un nivel científico y empresarial homologable en Europa, era el Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS), con cotización en Bolsa y que junto a Zeltia, Abelló y el Instituto Llorente, controlaban la mayoría de Antibióticos S.A. Existía un pequeño porcentaje en manos de accionistas minoritarios y alrededor de un 18% en libre contratación bursátil. La regional catalana de BANIF controlaba un importante paquete en representación Locos de contentos tras la venta de Antibióticos a Montedison, la sociedad lanzó en 1987 una oferta pública de compra para hacerse con el 100% de las acciones, ofreciendo un pequeño incentivo sobre la cotización y aplazando 18 meses el pago a los accionistas que se acogieran a la oferta. 

Mariano Rubio y su joven y atractiva esposa; corrupción en la era felipista. Ayudó a una ex amante mía (MLFA).

Desde el primer momento, algunos no vimos clara la operación ¿Para qué querían hacerse con el 100% de las acciones si con el 70% les sobraba para actuar a su antojo? ¿Qué necesidad tenía la empresa de distraer unos fondos que a priori estaba previsto destinar a nuevos desarrollos? Por otra parte, era del todo inusual el aplazamiento en el pago de una oferta pública, que más tarde se descubrió respondía a una estrategia para proyectar a los mercados una falsa imagen de austeridad empresarial.