Manuel Puerto Ducet
Peculiaridades de los países PIGS
Habría que darle la vuelta a la mentalidad de los países PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain), que han crecido al amparo de la moral católica, de la ortodoxa y de su redentora absolución. En el mundo de las finanzas, las cosas no son blancas o negras, pero he podido constatar a lo largo de mi carrera, que la sociedad anglosajona y la moral calvinista parten con clara ventaja en el apartado de las honestidades y en especial, en la consideración de la inmensa mayoría de actores financieros respecto a quienes depositan en ellos su confianza. Los pillos son allí excepción, mientras que en los países meridionales conforman la regla. No es cuestión baladí, que diferentes organizaciones religiosas cuyo inconfesado lema es «por el poder hacia Dios», estén fuertemente enraizadas en los más altos estamentos de la cúpula financiera, velando por los principios morales de unos seglares, de cuya actuación tenemos cumplidas referencias. No podemos pretender que sea de distinta forma, si los ungidos y penitentes asesores, pertenecen a una organización eclesial cuyas credenciales morales son los millones de casos de violaciones y abusos sexuales perpetrados a menores, a lo largo y ancho del orbe terráqueo.
Aparte del Opus Dei, que dentro de la más pura tradición franquista se mantiene desde hace años infiltrado entre las élites financieras hispanas —al igual de lo que sucede en la mayoría de países periféricos—, son los Legionarios de Cristo, los que más activos se han mostrado en las últimas décadas como mecenas espirituales de los magos de las finanzas en nuestras latitudes. Solo hay que constatar la trayectoria vital de su «santo» fundador, para deducir los dictados de ejemplaridad moral que son capaces de impartir entre sus huestes mundanas. No voy a ser yo pobre mortal, quien diagnostique sobre la extracción divina y la legitimidad celestial de una determinada iglesia, pero al igual que cualquier persona que esté dispuesta a informarse, poseo suficientes evidencias para opinar sobre la condición moral de buena parte de sus contaminados catecúmenos.
Algunos autores incluyen a Irlanda entre los miembros PIGS, pasando a denominar a este grupo de países como PIIGS. Un argumento más, que respalda la teoría de que en la deriva en este caso, de un país anglosajón, influye mucho más la permisiva ética de una religión con excesiva carga de predestinación y terrenal redención, que las connotaciones raciales o el ámbito geográfico. El caso inverso lo encontramos en Francia, donde sus especialísimas circunstancias, derivadas de haber albergado en su seno la Revolución Francesa, nos permite sacar conclusiones respecto a los comportamientos y a la gran capacidad de adaptación al medio de la Iglesia institución. La Revolución propició entre 1789 y 1799, la muerte de 2.400 clérigos (1.300 ejecutados públicamente); veinte mil de ellos abandonaron el sacerdocio y entre treinta y cinco y cuarenta mil emigraron.
Los que se quedaron, asumieron los preceptos de la Revolución. El aviso no cayó en saco roto y sin duda determinó la posterior historia y las actitudes de la religión católica en el país galo. La Iglesia ya no podía reclamar sus derechos prerrevolucionarios de obediencia y aceptación entre el pueblo, ni lo que es más importante, recuperar su antiguo monopolio sobre la moralidad y la ética. Todo lo contrario de lo que sucedió en España, Portugal e Italia, así como en la ortodoxa Grecia.