Manuel Puerto Ducet
Mª Ángeles Vallvé Ribera, primera mujer en ser Agente de Cambio y Bolsa. |
El día de su estreno, me encontraba en el parqué de la Bolsa de Barcelona distribuyendo mis órdenes de compraventa. De repente, llegó a mis oídos un creciente murmullo, que en un primer momento relacioné con el runrún con el que los agentes y apoderados obsequiaban habitualmente a todo visitante que osara encaramarse a la tarima de contratación. No solían parar hasta que el intruso caía en la cuenta y a trompicones bajaba avergonzado los dos escalones que le separaban del mundo de los mortales. El corporativo abucheo no iba dirigido en aquella ocasión a ningún intruso; era el espontáneo recibimiento a la primera mujer que había tenido el valor de optar y por fin acceder al cargo de Agente de Cambio y Bolsa. Fue uno de los espectáculos más bochornosos que viví en el viejo parqué de la Bolsa de Barcelona.
Transcurridos unos minutos —que me parecieron una eternidad—, el decano Borrell, como si de Julio César se tratara, levantó con parsimonia las manos para apaciguar a la turba. El acontecimiento me produjo auténtica vergüenza ajena, habida cuenta de que los protagonistas eran individuos con los que departía habitualmente. Desde aquel día —en mi imaginario— tocaron fondo como colectivo. Tal vez alguno guardara silencio, pero no recuerdo que nadie saliera públicamente en defensa de la recién incorporada. Mi natural tendencia a alinearme con los menos favorecidos hizo que, a partir de aquel momento, apoyara dentro de mis posibilidades a María Ángeles, pasándole todas las operaciones que pude. Por si acaso algún día se me olvidaba, Montse Arqué, directora del Servicio de Estudios de DACSA y feminista de pro, se encargaba de recordármelo. Poco a poco, Mª Ángeles logró superar el boicot inicial y jamás pude apreciar el mínimo rencor en su semblante.
No me cabe duda de que aquel incidente lo lleva indeleblemente grabado en su memoria. A partir de aquel momento el Opus Dei, que no tiene nada de feminista, pero aprovecha cualquier resquicio para velar por sus propios intereses, puso a sus huestes femeninas a preparar las oposiciones. Sucesivamente consiguieron colocar a Iluminada García e Isabel Estapé (desposada con el supernumerario y famoso reciclador de homosexuales Enrique Rojas), que aprovecharon el trampolín catalán para saltar posteriormente a la Bolsa de Madrid y presumir, ambas, de ser la primera dama Agente de Cambio y Bolsa en sede capitalina, ocultando su periplo catalán. Paradójicamente, fue al padre de esta última, Fabià Estapé, a quien en toda mi vida oí echar más pestes sobre el Opus Dei. Por mucho ruido que armen y por muchos altavoces mediáticos de los que dispongan, jamás podrán arrebatarle a Mª Ángeles Vallvé el honor de ser la primera Agente de Cambio y Bolsa de las Españas.