jueves, 6 de julio de 2017

‘Oligarquía financiera y poder político en España’ - Alemany (006)

Manuel Puerto Ducet

Salvador Alemany Más, del barrio del Raval al 'Liceu' por méritos sobrados.

El joven Salvador se ha convertido, transcurrido medio siglo, en don Salvador Alemany Más; consejero delegado de Abertis y uno de los más reconocidos empresarios del país. Siendo testigo de sus primeros pasos, no me extraña en absoluto que llegara a donde ha llegado; lo que me sorprende es que no le hayan nombrado todavía ministro de Economía o presidente del Banco Central Europeo. Empezó administrando un modesto garaje de sus padres; continuó en SABA aparcando todos los coches de Cataluña; pasó a controlar los vehículos que se desplazaban por las autopistas y últimamente se dedica a aparcar aviones en treinta aeropuertos de todo el mundo; pero ya verán ustedes cómo la cosa no acaba ahí.

Durante años, no acerté a conectar su imagen juvenil con las de su edad madura, a pesar de que durante su etapa en SABA pude haber acompañado en alguna visita a los analistas del Servicio de Estudios y aclarar mis dudas; obligaciones ineludibles y coincidentes debieron de impedírmelo. Tal vez, cuando liberado de sus compromisos regrese al mundo real, podamos rememorar a aquel enjuto profesor de Estadística, que aseguraba en los gloriosos sesenta que el precio de los inmuebles tenía que caer irremediablemente. Según aquel buen hombre, el hecho de que un piso en el ensanche barcelonés llegara a costar la friolera de un millón de pesetas podía sumirnos en un caos económico, derivado del estallido de la burbuja inmobiliaria que preveía inminente. 

Como ven, la colección de iluminados ya viene de lejos; cuentan con la ventaja de que a la larga, siempre acaban acertando. Pese a no ser excesivamente dilatada en el tiempo, mi relación con Salvador fue intensa y es una de las personas sobre las que guardo mejor recuerdo. Aparte de la comprensible idealización de los dulces años de juventud, influye sin duda en mi valoración el gran respeto que me merecen los empresarios con mayúscula; inversamente proporcional al desprecio que siento hacia los nefastos especuladores que acaban contaminando la imagen de los auténticos generadores de riqueza. Un personaje de excepción y el «cornac» de Frankelo. 

No puedo dejar pasar por alto el impacto que supuso mi encuentro en sede universitaria con una persona tan especial como Ernest Lluch, que, junto con el actual presidente de la Bolsa de Barcelona, Joan Hortalá, ejercía de auxiliar en la cátedra de Política económica del doctor Estapé. Espero que no se moleste el presidente de la lonja financiera catalana si descubro que Ernest despertaba mayores simpatías entre un alumnado con cuyos miembros se llevaban ambos muy pocos años. Salvador Alemany Mas. Uno de los hombres que el cínico Diógenes hubiera elegido para su colección.  

Siempre pensé que era debido, a que el expresidente de Esquerra Republicana calzaba una especie de botines blancos parecidos a los del gánster de 'Con faldas y a lo loco', lo que contribuía a que algunos desconsiderados lo identificasen con lo que la actual generación definiría como «un pelo friqui». Fue una falta de caridad que nadie le advirtiera, ya que al hombre se le veía encantado con aquel look. No ayudó a desterrar aquella imagen el que, años más tarde, reincidiera en el pintoresquismo al cubrir su campaña electoral a lomos del elefante Frankelo, que en su momento algunos pretendieron identificar como un despectivo guiño al dictador, pero erraban en su apreciación, ya que el proboscídeo era de ascendencia prusiana y lucía este nombre desde su alumbramiento. 

Disfruté del incomparable placer de jugar algunas partidas de futbolín con Ernest y de compartir más de un «bocata» en el frankfurt-chiringuito situado en la acera de la Avenida del Generalísimo Francisco Franco, reubicado años más tarde en un exitoso establecimiento frente a la Universidad Politécnica. Su figura me fascinó y seguí con interés su trayectoria hasta el mismo día de su muerte.