domingo, 11 de junio de 2017

'Gobernanza' España sigue de espaldas a la modernidad y progreso

MLFA
Experto Docente en Seguridad y LCI (ISM)


Durante el decenio de los 90 (crisis económica y caída del ‘felipismo’) se hacen patentes algunos déficit del Estado, que es incapaz de garantizar la plena ocupación y cuyo mayor intervencionismo no ha servido para garantizar la eficiencia administrativa, ni para mejorar la competitividad de nuestras empresas. Aumenta el desprestigio de los políticos, se cuestionan las instituciones y estalla la corrupción como fenómeno internacional. Las consecuencias nos conducen a la crisis perfecta, en la cual los mercados financieros estrangulan a la economía productiva y por ende provocan un fuerte aumento del desempleo.

La gobernanza es el proceso mediante el cual podemos solucionar colectivamente nuestros problemas y hacer frente a las necesidades de nuestra sociedad; este proceso se realiza por interacción entre la sociedad y la propia Administración. 

Es en esta década de los 90 cuando algunos políticos anglosajones, así como los líderes de algunas grandes empresas, se dieron cuenta de que nuestra economía colapsará a no ser que mejoremos la educación y los sistemas de formación y controlemos los costes del sistema sanitario y de la Administración en general. España, como casi siempre, llegaba tarde a la idea de gobernanza. Grecia, Portugal e Italia también, aunque no nos sirva de consuelo.

Hoy comprobamos con preocupación cómo nuestra reticencia a poner en marcha controles sociales a la acción de la Administración, nos ha conducido a la mayor crisis económica de las últimas décadas.

No debemos confundir gobernanza y gobernabilidad, a pesar de que conspicuos ‘hacedores de opinión’ utilicen este nuevo término, que les llega de los foros europeos, a volapié y confusos. Gobernanza y Gobernabilidad son dos conceptos, interrelacionados, que hay que diferenciar.

Gobernanza es un sistema de reglas formales e informales, con procedimientos, normas y costumbres que establecen las pautas de interacción y cooperación entre actores relevantes, poderes públicos, agentes económicos y sociales (que sean realmente representativos), que tengan en cuenta la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones.

Requiere un capital social, una cultura cívica, o lo que es lo mismo, que la sociedad presente un sentido colectivo, así como comunicación, confianza y sentido de pertenencia. Precisa de capital humano, ciudadanos preparados individualmente para responder a los retos colectivos y asumirlos como propios.

Necesita liderazgos, la Gobernanza exige la aparición de liderazgos políticos, económicos y sociales. La sociedad civil toma el relevo de burocracias y sociedades de gestión enquistadas y lo hace interaccionando con los poderes públicos genuinamente democráticos.

A pesar de su tradición histórica, el modelo de administración burocrática entra en crisis en Europa durante el último cuarto del siglo XX, para pasar a convivir con modelos de Gobernanza, y ‘burócrata’ empieza a ser término despectivo en nuestra sociedad. El funcionario, consciente de su permanencia en el puesto de trabajo más allá de cambios políticos, tiende a privilegiar la lealtad corporativa al sistema burocrático y su comunicación, que somos quienes pagamos su salario por medio de los impuestos, es poco fluida, más bien inexistente.

A favor de la Gobernanza se constata, en algunas naciones europeas, que la calidad del funcionamiento de las instituciones sociales, como la educación, la lucha contra el desempleo y la prevención de los delitos, es más elevada en las sociedades con mayor compromiso cívico.