Algeciras Acoge
APDHA
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El día 12 de Enero aparecían, en diferentes diarios, titulares como éstos: “Aparece muerto un tercer inmigrante en Tarifa”, “Un inmigrante muerto” o “Hallado en aguas de Tarifa el cadáver de otro inmigrante que trataba de entrar en España”. Esta noticia nos traslada de forma automática a los hechos acaecidos durante el pasado fin de semana en nuestras costas. Sin embargo, hemos de decir que esos titulares no corresponden a este suceso. Se trata de unos hechos que sucedieron, en efecto, el día 12 de enero en Tarifa, pero en el año ¡1991!
Es momento para recordar que, desde que apareció la primera persona inmigrante en nuestras playas, en noviembre de 1988, son incontables y, por supuesto un número demasiado grande, las personas que han fallecido tratando de llegar a la tan deseada Europa. Y también es momento para preguntarse ¿Esto no va a cambiar nunca? ¿Seguirán muriendo personas que sólo aspiran al legítimo derecho a mejorar sus vidas?
Estas personas han muerto ahogadas en el Estrecho este fin de semana, otras mueren de frío en campos de refugiados de los Balcanes, otras murieron al tratar de entrar nadando a Ceuta, otras intentando saltar la valla de Melilla… triste récord el año 2016: el mayor número de personas muertas en el Mediterráneo (3740).
¿Y si las personas que vienen tienen suerte, no mueren y logran llegar a nuestras costas y son “felizmente” rescatadas”? Les espera otro tipo de muerte: son encerradas – privadas de libertad – en el único Centro de Internamiento de Extranjeros de Andalucía, el de Algeciras. Han cometido el “delito” de no tener papeles y de aspirar a una vida mejor; y por eso tendrán que estar en ese centro que no cumple las mínimas condiciones de habitabilidad, y, con toda probabilidad serán expulsadas a su país en unas semanas.
Es decir, que las personas que proceden del continente africano y deciden llegar a Europa por esta vía – cruzando el mar en embarcación – tienen las siguientes probabilidades: la muerte en el Estrecho, la detención e ingreso en el CIE, su expulsión al país de origen o, en algunos casos, la libertad en España con escasísimas posibilidades de documentación y vida y trabajo dignos. En el supuesto cada vez más improbable de llegar a nuestras costas sin ser detectados, les espera la inseguridad y la vulnerabilidad propias de las personas que, simplemente, se considera que no existen, sin derechos y obligadas a una vida de clandestinidad.
Inevitablemente surgen preguntas: ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué tiene que morir gente que sólo quiere vivir? ¿Quién es o quiénes son los responsables de esto?
Lo fácil es buscar culpables inmediatos y desviar la atención pública. Y así, el Subdelegado del Gobierno en Cádiz, Sr. Muñoz, ha declarado en medios de comunicación ante estos hechos que: “Seguimos trabajando en la lucha contra los auténticos responsables de estas muertes como son las mafias de la inmigración”. ¡Qué fácil es culpar a otros de estas muertes y, si son extranjeros, mejor!
No se acuerda el Subdelegado del Gobierno del abismo existente entre el Norte y el Sur. No se acuerda de las personas migrantes africanas que huyen de las guerras civiles, de los regímenes dictatoriales y de la miseria. Estas circunstancias sí que son responsables de la huída de tantas personas hacia Europa.