domingo, 22 de enero de 2017

Fenómenos Meteorológicos Adversos: retorno de la gran borrasca

MLFA
Profesor de Meteorología

Fotografía de Molokaisupcenter

Conocemos con el nombre de ‘Frontogénesis’ el fenómeno que explica el nacimiento de los ‘frentes’ o ‘borrascas’, éste tiene lugar en el área geográfica del NE de Canadá y EEUU, un poco más al norte de Terranova. Creo que ya estamos situados ¿no? pues ahora observemos a la criatura recién nacida. Se trata de un centro de bajas presiones, que representamos gráficamente como una concentración de círculos más o menos irregulares (no se corresponden con los de Podemos); la fuerza del viento es mayor cuando los círculos (llamados isóbaras) se encuentran más próximos entre sí. La dirección del viento es perpendicular a las isóbaras (Coriolis).

En las borrascas los vientos giran en dirección contraria a las agujas del reloj y éstas, a su vez, se desplazan desde la zona de nacimiento a través del Atlántico Norte, hacia Europa, siguiendo la dirección de W (Oeste) a E (Este). En España penetran por Galicia y Portugal, como todo el mundo sabe, atraviesan la península y llegan al Mediterráneo, que es un mar de aguas cálidas (en las playas de Galicia sólo se bañan los gallegos, hombres y mujeres tan duros que votan al PP).

Una vez en el Mediterráneo estas borrascas, que han ido regalando viento y lluvia, a veces nieve, pierden fuerza y terminan desapareciendo por Italia y Grecia. A veces, y esto ocurre en ocasiones contadas, pero ocurre, como en estos días, la borrasca frena en su camino hacia el E y gira en dirección opuesta; algo así como si hubiera olvidado algo en Valencia o en Barcelona.

Ese cambio brusco de dirección resulta catastrófico, como estamos comprobando

Hagamos un poco de historia; el Mediterráneo es un mar traidor (como Patxi López y el alcalde JN), tiene poca profundidad y su oleaje es de ‘ola corta’, que normalmente no supera los 5/6 metros de altura (a diferencia del Atlántico, cuyas olas alcanzan normalmente los 12/14 metros en condición de temporal), pero son diferentes; la distancia entre crestas de olas del Mediterráneo es muy corta, lo que produce un efecto que se parece al atropello de un tren sin frenos que embiste al barco sin darle oportunidad de remontar la ola, para lo que ha sido diseñado. Es un mar que se ha ‘tragado’ (literalmente) grandes buques que no han soportado el golpeteo continuo de esos trenes de olas cortas, ‘filando por ojo’ (es decir ‘clavándose’ en uno de los valles y hundiéndose con rapidez).

"Monte Peñalara", buque gemelo del "Alberta"

En 1970 salíamos de Valencia, a bordo del carguero ‘Alberta’, con destino a Génova, mi mujer estaba a bordo, nos habíamos casado en Valencia el día anterior, el tiempo era espléndido (a pesar de que era un 26 de Noviembre), la borrasca había pasado y se dirigía a Italia dejando la mar en calma y temperatura fría (señal inequívoca de que la baja presión se desplazaba hacia levante). A 30 millas de Génova divisamos el faro de Génova, la Lanterna (el más potente del Mediterráneo), eran las nueve de la noche y se desató el infierno, la borrasca había virado (girado) y volvía hacia las costas españolas. Habíamos anunciado llegada a Génova a las once de la noche, no pudo ser, y entrábamos en puerto a las ocho de la mañana, después de una noche infernal capeando el temporal. El ‘Alberta’ era un barco robusto, de 136 metros de eslora, construido en Canadá para operar la línea del Atlántico Norte. Excuso decir que mi mujer se marchó a Bilbao después de recuperar su ánimo en unos días recorriendo (y haciendo compras) Génova. La borrasca causó destrozos en Baleares, Costa catalana y Levante español, como ocurre estos días.

La borrasca – en ese cambio brusco de dirección – se refuerza intensamente



En 1996 recibí el encargo de trasladar un megayate de Barcelona a Ibiza; esperamos a que pasara la borrasca y salimos a medianoche del ‘Port Vell’, el tiempo era idéntico al de la travesía de 1970. El infierno volvió a desatarse (y uno venía bien adiestrado del Atlántico y del Pacífico). Nos encontrábamos a mitad de ruta entre Barna e Ibiza, eran las cuatro de la madrugada. Ordené poner popa a la mar, lo que implicaba rumbo a la costa catalana sur, el último rumbo de escape fue Tarragona. Los tripulantes eran camareros y azafatas poco bregados y cundió cierto pánico, hasta el punto de que tuvimos que atar (así como suena, amarrar) a las dos azafatas que, en estado de histeria extrema, podían cometer una locura y caer por la borda.

Allí pude vivir la experiencia más dura de navegación en el ‘idílico’ mar Mediterráneo. Entrábamos en Tarragona a las dos de la tarde, unas diez horas después. Las dos últimas horas con un solo motor y la gente más calmada. La reparación se hizo en ese puerto, incluida la limpieza de casco y cubiertas de paseo; el humo de los escapes había invadido todos los alojamientos (de gran lujo, como es obvio) pero habíamos salvado el superyate y la gente. La mitad de ellos se desembarcaron ya, antes de salir para Ibiza una semana después. Salvamento Marítimo controlaba nuestra posición de continuo, nos preocupaba la caída de uno de los motores.

Estos días – 20 años después – se ha repetido la historia virando su rumbo la borrasca

No confundir la situación que se está produciendo estos días con las ‘tormentas’ que habitualmente provocan inundaciones en el Levante español, sobre todo en Cataluña. Éstas se producen por diferencia de presión atmosférica y temperatura (gradientes de presión y temperatura); acelerado (intensificado) ese choque de masas por la humedad reinante, muy elevada en algunas épocas del año. Resultan peligrosas en el otoño, debido al calor y humedad acumulados durante el verano y a la llegada de los fríos de la cordillera Pre-Pirenaica.

La información del tiempo en TV no resulta didáctica para la gente normal

Dos son las razones; en España, a diferencia de los países de nuestro entorno, no se concede importancia a la información meteorológica (nunca lo he comprendido), se larga el rollo a toda prisa (no les resultará rentable, como los deportes y el jodido fútbol convertido en monotema diario, mañana, tarde y noche). La segunda razón es que se pierde tiempo (a la velocidad que lo cuentan) admirando al ‘bellezón’ de turno que conduce el programa (feas o normales o mayores de 40 años abstenerse de enviar currículum al área de Meteorología de las cadenas televisivas). O sea; tan rápidos y tantas conductoras de Meteo espectaculares, pues, que no te enteras; tu mujer tampoco se entera porque se entretiene en mirar la ropa (también espectacular) que luce la presentadora del tiempo.



PS -  Este artículo no ha sido corregido para que resulte más didáctico; hay mucho que aprender en materia de prevención meteorológica (mucha incompetencia) y en materia de construcción de viviendas y chiringuitos en primerísima línea de playa. Y espero que no se pague con dinero público la reparación de esos bienes, por respeto a la incumplida ley de Costas.