martes, 14 de febrero de 2023

El juez M. Marchena confiesa en su auto que 'no le gusta la reforma'

 MLFA - Ex juez-consorte y preparador de opositores a la Administración de Justicia.

En primer lugar quiero recordar a los queridos lectores mis anteriores anuncios acerca de la ausencia de un 'contrapoder' en España que ponga 'coto' a la enorme influencia del 'Poder Judicial' en España. El juez Marchena no es quién para decidir qué leyes son las que convienen a nuestro país y cuáles son las que 'no le gustan a él'; promulgadas por el 'Poder Legislativo'. Ni él, ni cualquier otro juez o fiscal, están legitimados para hacer una selección de las leyes que les gustan. Deberán limitarse a aplicarlas.

Confirmada mi sospecha acerca de que Marchena, Llarena y otros esperan recuperar el delito de 'Sedición'

El 'contrapoder' existe en Europa y España vendrá obligada (dentro de varios años) a cumplir las exigencias normativas que provengan de los tribunales de la UE. Claro que el daño estará hecho, será irreversible. Los 'Poderes fácticos' del Estado español saben que la Comisión Europea 'ladra pero no muerde', a la vista de todos está el grave 'déficit democrático-judicial' de Hungría y Polonia, sin consecuencias para sus respectivos gobiernos. Esta UE se creó para vender 'lavadoras', no para exigir democracia de una forma expeditiva a sus 'socios-clientes'.

La cúpula judicial española espera que un nuevo gobierno (PP-VOX) reforme de nuevo el Código Penal y 'recupere' el delito de Sedición, tal y como estaba redactado en 2017. Hasta tal punto es esto cierto que Marchena ha declarado que conductas como las del 'Procés' de 2017 quedarán 'impunes' con la nueva ley del 'PSOE-UP'. ¿Advertencia? ¿Amenaza? ¿Intimidación? El PP ya ha recogido el guante y advierte de que habrá 'contrarreforma' y la Sedición volverá al Código Penal, agravada, por cierto, ya que no hará falta que haya 'violencia'. Ello al dictado de la propia sentencia de los procesados por Marchena, que servirá como 'jurisprudencia'. 

A mi edad, y en plenitud de facultades (mientras el Señor así lo decida), observo con impotencia y cierta rabia que la cúpula judicial actual se parece mucho a la que sufrimos durante el franquismo. España no 'progresa' debido al control de estamentos protofranquistas sobre el Gobierno de la nación. El responsable, no lo olviden ustedes y sus hijos, no es otro que Felipe González Márquez. El rey Juan Carlos tuvo a su lado todo un 'Primo de Rivera', algo que no pudo 'disfrutar' el Generalote. El 'felipismo' disponía, además, de sicarios armados, al estilo de la Falange, que hicieron el trabajo sucio a la monarquía y a los jueces. Revisen los discursos de José Antonio y los de Felipe González, son prácticamente idénticos. A los 80 años, Felipe, que tiene pánico a la muerte, no duda en aparecer ante los españoles como realmente es, no como nos dijo que era. Él construyó los cimientos del actual Estado post-franquista y de las JONS. Él fue el 'colaborador necesario' en los episodios de corrupción económica, política, y en la comisión de los crímenes de Estado, durante varias décadas; de aquellos polvos estos lodos que nos 'ensucian' a todos. ("Por consiguiente", como nos diría él mismo). Felipe fue el alumno predilecto del venezolano Carlos Andrés Pérez, un dictador sanguinario que, junto con sus secuaces, llevó a Venezuela a los brazos de Hugo Chávez Nicolás Maduro. Bien lo sabía Nicolás Redondo (recientemente fallecido, y Felipe sabe que ahora la 'parka' le ha echado el ojo a él). Nico era su alter-ego, la persona de su máxima confianza, el hombre que le cedió el cargo de Secretario General del PSOE en Suresnes (el cargo era para Redondo), era su muy mejor amigo (a pesar de que era vasco). Nicolás lo abandonó, le montó una huelga general a muerte, le dimitió como diputado y, prácticamente, dejaron de hablarse. Nicolás Redondo hijo pactó un gobierno con el PP de Euskadi.

"Felipe González no tiene quien le escriba". En la foto con su mentor Carlos Andrés Pérez.

La cúpula judicial desconoce el concepto 'previsibilidad' consustancial con las leyes; ellos no rinden cuentas