Monumento a Rosalía de Castro |
Mi madre, doña Elisa Fernández-Armesto, licenciada en Filosofía y Letras, gallega de Orense (La Rúa Petín), nos leía poemas de Rosalía de Castro en gallego; ella, como Rosalía y yo mismo, era el paradigma de la melancolía gallega (quizás por eso mismo admiraba tanto a la gran poetisa del siglo XIX), cuyo mérito es reconocido en todo el mundo: era mujer y escribía en gallego, un idioma menospreciado por los españoles (algo de lo que se dio cuenta el listo de Fraga Iribarne, gallego y medio vasco, como un servidor, vasco y gallego; y que le sirvió para llevar a los gallegos a la derecha política: Fraga solo tuvo que respetar la lengua de Rosalía de Castro).
El fascismo, preñado de nepotismo; corrupción, contrabando y narcotráfico son de 'AP-PP'
Y la emigración también es herencia del régimen político impuesto por el feudalismo gallego, sin lanzas y sin corazas, sin caballos, sólo con vacas y una agricultura de 'entre las piedras' y la pesca: el triste destino de los gallegos, que vivían y morían en el mar; los más afortunados morían en Argentina, Uruguay y en países del norte de Europa, también en Cuba, como los abuelos de Fraga.
Decía que Rosalía de Castro representa la melancolía gallega, resulta intimista, y se caracteriza por la soledad y el dolor por el tiempo pasado. Mi madre y yo mismo somos - más bien queremos ser - como Rosalía. Ambas tuvieron siete hijos; Rosalía murió joven, a los 48 años, precisamente de cáncer de útero, aquel útero cansado que no paró de traer gallegos al mundo, allá donde el matrimonio residía. Ella y su marido, Manuel Murguía, residieron en diferentes regiones de España, por razones de índole social y económico.
He vivido en Euskadi y Nafarroa (33), Catalunya (18), CLM (13), Madrid (3) y Andalucía (5)
2005: ella quería morir en La Mancha |
Coincido con Rosalía de Castro en que el verdadero tumor de España es Castilla, ahí radica la maldad en sí misma; fueron razones profesionales, de amor, y también de ajuste de cuentas, las que me mantuvieron 'amarrado' a esa tierra de gentes tan extrañas cuya característica principal es la maldad engendrada por una 'envidia' consuetudinaria (hasta para ellos mismos), tierra de paso y de gañanes que se rindió al 'moro' sin tan siquiera un suspiro; siglos después haría lo mismo con los 'gabachos'; el manchego es cobarde y traidor; a diferencia del andaluz y del gallego, no fue válido para la emigración, nadie los quería; algunos pocos emigraron a Catalunya y volvieron con el rabo entre piernas. Ellos eran 'salteadores' de caminos. Los otros, los castellanos viejos, que llegaban hasta Santander, fueron los grandes explotadores de las colonias, los torturadores y asesinos de capa y embozo, los de las 'mesnadas', los que se mesaban la barba y llenaban la bolsa de oro y padecimiento ajeno. Rosalía (léanse despacio el poema) se adelantó varias décadas a lo que vascos y catalanes dijeron de los castellanos: no voy a reproducirlo aquí, todos lo saben de sobra. España está 'rota' y la gran Castilla (norte y sur) vive de la corrupción y de las subvenciones. Gobernada por el PPSOE fascistón; podríamos rememorar a Bécquer, lo haremos otro día.
Hoy Castilla no es nada (de Nadia) y sus hijos son 'rebotados' allende Madrid; su refugio