Javier de Lucas
Catedrático de Filosofía del Derecho
APDHA – MLFA
Fotografía de Kosmos111 - Stoctphoto |
Ante esa “marea solidaria”, la UE, la Comisión Europea, el Consejo Europeo y los gobernantes de todos los Estados europeos trataron de movilizarse a su vez. Incluso los más reticentes como Cameron y Rajoy, se prestaron a declaraciones que parecían dar su brazo a torcer, promoviendo así episodios que dejarían en ridículo el ‘hablaescribe’ de Orwell.
Ahí está la “maldita hemeroteca” para recordarnos los disparates que habían sostenido durante muchos meses severos ministros como Teresa May del gobierno Cameron, o los Fernández, García Margallo y Sáenz de Santamaría, del gobierno Rajoy, convertidos súbitamente en denodados defensores de todo refugiado que aparezca en el horizonte.
"Ventana de la esperanza": donde crece el peligro aparece la salvación
Sin embargo, esa primera exigencia en términos de urgencia no ha llegado a concretarse en acuerdos obligatorios para los Estados miembros en términos de cuota de acogida y reubicación de refugiados en los meses siguientes, hasta esta Navidad. Sobre todo, se vivió la frustración de esa ‘ventana de la esperanza’ a la que aluden los versos de Hölderlin que nos anuncian que donde crece el peligro ahí aparece la salvación, de los que se ocupara genialmente Heidegger en su ‘Y para qué poetas’, en ‘Caminos del bosque’.
Para ello, los europeos deberíamos haber sido capaces de sentar las bases de un cambio profundo en las políticas migratorias y de asilo, un cambio que exige repensar de raíz el sistema ‘Schengen’ y el entramado de Reglamentos de Dublín. Pero, sobre todo, tiene que comenzar por actuar en las raíces de los desplazamientos forzosos de población que ahora denominamos “flujos mixtos”, esto es, en los fenómenos que obligan a refugiados y a la mayoría de los inmigrantes a abandonar sus hogares, sus países.