Aventino Andrés Cortés
Algeciras Acoge
APDHA
Concentración en la plaza Alta de Algeciras. |
Testimonio de una mujer nigeriana rescatada en el Estrecho de Gibraltar
“Fueron 18 horas siempre con los ojos cerrados porque tenía miedo y no sabía nadar, hasta que nos recataron. Vine con otras 7 embarazadas y éramos 54 personas en total en la patera. Bebí pis. Antes, en Marruecos, mi tratante me embarazó y cuando le dije que no quería irme me vendió baratito como castigo. Me avisó: te voy a vender por 1.500 € a gente que te va a maltratar”.
Nos gustaría gritar ante la hipocresía escondida tras algunos espacios televisivos y determinadas declaraciones en relación con el loco proyecto fronterizo de Donald Trump, cuando en materia de fronteras ni Europa ni nuestro propio país están dando muestras de que sean las personas quienes deban prevalecer sobre otros tipos de valores, por muy importantes que éstos sean. Tampoco lo fueron antes de la crisis, cuando los inmigrantes parecían ser bien recibidos por tratarse de mano de obra barata con la que afianzar el crecimiento económico.
Europa y con ella nuestro país está construyendo una tupida red de fronteras visibles e invisibles con las que vivir segura y protegida de la “invasión de fuera”. Porque reforzar las fronteras no se hace solo levantando muros y vallas con o sin concertinas. Se construyen fronteras cuando se crean relatos que hablan de “invasión” del territorio nacional o cuando se maneja el arma del miedo en capas sociales con un futuro incierto.
Se construyen fronteras cuando se firman acuerdos con países que se prestan a hacer el trabajo el trabajo sucio de frenar el tránsito de personas que no interesan o se refuerzan las fronteras cuando parte de los fondos de cooperación al desarrollo van a parar a equipamientos de patrullas mixtas.
No digamos nada sobre las fronteras que suponen la situación dura y problemática de varios CIES en el territorio nacional, centros en los que las personas migrantes se ven privadas de libertad y reducidos sus derechos básicos. Como también es frontera la justificación de la normativa sobre las “devoluciones en caliente” y las calificaciones en torno a los emigrantes como “ilegales”, “sin papeles”, "clandestinos", etc. Estas situaciones y otras muchas alimentan entre la población sensaciones de miedo, hostilidad y separación.
No estamos en contra de la existencia de fronteras en los diversos países. Pero si éstos de verdad son democráticos, la gestión de las mismas debe también ajustarse con claridad al dictado y al estricto cumplimiento de las leyes.