viernes, 23 de agosto de 2019

Trajeron al maquis de madrugada herido de bala; y eran de Guriezo

MLFA- 1957 
El piso era el de la 1ª planta de los 2 balcones y el mirador a la derecha de la foto. La cafetería era Reno.

Confirmada la pena de prisión – salvo sustitución por la de trabajos comunitarios – para la primavera de 2020 por el delito de ‘Injurias graves con publicidad’; que los jueces deducen del contenido de comentarios anónimos publicados en el diario comarcal “Azuer Digital”, en uno de los cuales se llama ‘gorda’ a la querellante (mujer obesa como todo el mundo sabe, incluido el juez que la tuvo en la Sala), y ‘ramera’ a una redactora de la revista que no se identifica; así como ‘vago’ e ‘inútil’ a un empresario que hundió su empresa; hemos dedicado las vacaciones de verano a hacer pedagogía penitenciaria. Los jueces me hacen responsable de esos ‘gravísimos’ insultos que provenían de comentaristas anónimos, (en el caso de ‘vago’ e ‘inútil’ soy yo el responsable). Lo hacen argumentando que, como director del medio digital, tenía que haber impedido la publicación de esos ‘horribles’ comentarios. Ignoran sus señorías que estaban juzgando una causa penal, no contra el honor. Da igual; las sentencias estaban – presuntamente – dictadas de antemano. Exactamente igual – salvando las enormes distancias – que las sentencias del Procés catalán. Miles de lectores entran a diario en nuestro blog y se encuentran (desde hace dos años) con la pancarta de ¡Llibertat Presos Polítics! que les estropea el desayuno a varios centenares de ellos; uno se pregunta: ¿Por qué cojones entran en nuestro blog? Nadie les obliga a ello. Resulta curioso que se cuenten con los dedos de una mano los lectores que han solicitado la retirada de la pancarta. Ítem más; los funcionarios entran en tropel en “AD”, no es nada habitual tener al mismo fulano (un servidor) procesado en los tres juzgados de lo Penal de Ciudad Real, siendo así que las tres causas (3) habían sido 'archivadas' en los dos juzgados de Manzanares (gente seria y preparada, acostumbrada a tratar con narcos, etarras y yihadistas, también violadores y asesinos, todos ellos encerrados en Herrera de la Mancha-Manzanares). 

Cárceles de Algeciras y Málaga y módulos de respeto de las mismas en la actualidad 

La indignación que sufrimos en un principio ha dado paso a la indiferencia más absoluta; de hecho, el recurso de Apelación del ‘Caso Siembra’ ante la Audiencia Provincial de Ciudad Real se ha presentado sin mi consentimiento, y con mi rechazo hacia la letrado designada por el juez y al Tribunal que lo ha admitido a trámite. Somos conscientes de que las cartas están ‘marcadas’ en esa sede judicial provincial, y, lo peor de todo es que no se admitirá a trámite el recurso de Casación que consideramos procede ante el Supremo, al no haber dispuesto de la defensa adecuada que hiciera hincapié en la vulneración de derechos fundamentales, en particular el que consagra la Libertad de Expresión. 

No valen lamentaciones; esos abogados se lamen las heridas tras el fracaso morrocotudo 

El famoso pontarrón de Guriezo (Santander)

Eran las dos de la madrugada de un domingo de febrero de 1957 – yo tenía 9 añitos – cuando nos despertaron varios timbrazos y ruidos en el rellano de nuestro piso; mi padre abrió la puerta, después de pedirles que se identificaran, a tres hombres (vestidos de labradores), lo hizo a través de la rejilla, de aquellas grandes que se estilaban entonces; traían en volandas a uno de ellos. Ellos respondieron con la recomendación que traían de un antiguo compañero de mi padre en el penal del Dueso (Santoña). Vivíamos en la calle Iturriza, 3-1º. Venían de Guriezo (Santander).

Hoy volvemos a hablar de cárceles; entiendo que es una terapia de preparación para los míos 

La ‘chacha’ (como decíamos entonces) se ocupó de los hermanos; éramos cinco: dos chicas y tres chicos, de entre 1 y 9 años, y mi madre se dispuso a ayudar a mi padre. El herido presentaba herida de bala en omóplato derecho y venía prácticamente desmayado, lo habían sedado en Guriezo (Cantabria) cerca del famoso pontarrón de Guriezo. 

Mi padre tenía entonces la consulta en casa (media vivienda estaba destinada a clínica y disponía de máquina de Rayos X – un lujo por aquel entonces – gracias a esa máquina, que ocupaba una habitación, y con ayuda de los compañeros, pudo precisar con exactitud el alojamiento de la bala (procedía de un ‘cetme’ de la guardia civil) y la intervención fue más breve de lo que pensábamos todos. De todo eso me enteré años después, en aquel momento estaba alucinado, como espectador de una película de tiros. 

Abajo, en la calle, había un taxi de Santander estacionado, el conductor fumaba sin parar y hasta llegó a hablar con el sereno de noche; por cierto, como no informó a la policía, el sereno, un buen hombre querido por todos los vecinos, también fue encarcelado (durante un mes) en los calabozos del Gobierno Civil. 

Mi padre les dio una bolsa con desinfectantes y otros productos para curas, junto con varias ampollas de penicilina. Ellos le pusieron encima de la mesa una caja de puros ‘Romeo y Julieta’; mientras salían por la puerta y bajaban las escaleras mi padre observó que la caja de puros estaba abierta (con los precintos rotos) y parecía vieja. Al abrirla comprobó que estaba llena de billetes (la policía dijo que había 25.000 pesetas, de 1957, una fortuna). Llegó a tiempo de devolver aquel dineral a los compañeros del herido, éstos se encontraban acomodando al hombre en el asiento trasero del taxi, junto con un compañero. Conozco a una de mis querellantes que se habría quedado todo el dinero; miento, conozco a varios querellantes. 

Una semana después vinieron a por mi padre; el trato fue humillante pero correcto 

El gobernador civil, Genaro Riestra, era un cabrón desmedido, falangista desquiciado, (cuando falleció, pocos años después, los suyos dijeron que lo habían enterrado ‘boca abajo’, por si escarbaba, pensé yo). Años después fuimos informados de que los tres de Guriezo habían sido torturados y cumplieron condena diez años; seguían vivos en 1969.

Mi padre no llegó a declarar ante un juez; y la policía, la temida Brigada Político Social, sabía que había rechazado las 25.000 pesetas - ¿quién se las quedaría, me he preguntado siempre? – ese conocimiento debió influir en su favor; lo cierto es que no le pegaron, ¡algo milagroso, a pesar de que mi padre era ateo! No le pegaron porque aquellos cabrones se habían repartido las 25.000 pesetas. 

Cárcel de Larrínaga, antigua cárcel de Zabalbide; en ruinas. Bilbao.

El gobernador Riestra lo envió directamente a la cárcel de Larrínaga (Bilbao), donde mi padre ya había estado de paso desde el Dueso hasta Burgos, la orden de prisión fue ‘gubernativa’, no ‘judicial’, era muy habitual en aquellos años; los jueces eran lacayos de los gobernadores civiles. Hoy en día es al revés, los jueces mandan sobre los políticos. 

Los amigos de mis padres – casi todos ellos nacionalistas vascos, a pesar de que él era republicano, de Rentería – se pusieron en marcha y organizaron un plan de evacuación de los cinco hijos, fuera de Bilbao, a fin de que mi madre pudiera ocuparse en exclusiva de mi padre encarcelado, le llevaba comida todos los días; cuando le hacía empanada gallega había peleas en la enfermería (por eso las cocinaba tamaño XXXL). 

Lo primero que hicieron fue llevarle un colchón nuevo; la cárcel de Larrínaga era un estercolero, como todas las franquismo, del colchón se encargó Juanito Beistegui, un conocido nacionalista, propietario de la fábrica de bicicletas “BH” (Beistegui Hermanos); y mover contactos para que mi padre recibiera un trato digno; en las cárceles franquistas también se torturaba, lo hacían policías que tenían entrada libre en las prisiones. 

Nunca adivinarían adónde nos llevaron a los dos mayores: ¡al Ferrol del Caudillo! 

Casa donde nació el general Franco y vivienda de mis abuelos maternos. Viví allí un año con mi hermano.

Nos enviaron con mis abuelos maternos: Pepito y Elisa; el abuelo Pepitiño vivía en la calle María, en el piso de arriba de la familia… ¡redoble de tambores!... Franco Bahamonde. El abuelo era médico y había luchado en el bando nacional; había sido condecorado por el mismísimo Generalísimo, su vecino de juventud. Allí estábamos los dos hijos mayores de un médico encarcelado por el franquismo – de nuevo – en 1957. Nos dispensaron un trato correcto; aquél año fuimos al colegio de los Mercedarios y nos nombraron hermanos cofrades. Curiosamente, la cofradía de la Merced tiene el privilegio (desde hace siglos) de liberar un preso en cada ciudad, por Semana Santa, claro que yo no lo sabía entonces. 

Ya de mayor he vuelto a Ferrol; mis abuelos habían fallecido, uno de ellos estuvo muy enfermo en nuestra casa de Bilbao. Siempre me acerqué al edificio de mis abuelos y del viejo general; recuerdo que en la fachada había una placa en recuerdo de Nicolás Franco y de Ramón Franco, el famoso aviador, fallecido en accidente de aviación, si mal no recuerdo, de niño no le había prestado atención. Creo que Ramón fue el piloto del "Plus Ultra", pero me la trae floja, como a muchos gallegos, que llegaron a romper la placa de hueco grabado (y de mucho valor).

En 1938 había sido condenado a muerte; después a treinta años que quedaron en seis 

Plaza de los Fueros de Tudela; allí vivió mi hermano Jesús, fallecido en 2007.

Mi hermano Jesús, ya fallecido (2007), vivió aquel año en uno de los pueblos de la Ribera de Navarra en los que mi padre había ejercido de médico; Lucía se quedó con la familia de un médico compañero y amigo de mi padre, un reconocido ginecólogo, Roberto García Beracierto; y Eli vivió en casa del hijo de uno de los líderes del PNV, en el exilio (Lucio Arteche), Aurelio y su esposa, gente fenomenal. Aurelio todavía vive, nonagenario. 

Mi padre estuvo un año preso en Larrínaga; vivía en la enfermería y ejercía funciones de médico 

Los abogados del clandestino PNV consiguieron que fuera liberado al cabo de un año de su ingreso por orden gubernativa – nunca hubo intervención judicial – y la familia pudo, al fin, reagruparse en Bilbao y hacer vida normal. Posteriormente el Señor nos premió con dos hermanas. Fuimos siete hermanos, hoy somos seis debido al fallecimiento del pequeño de los varones, como ya he dicho más arriba (53 años). 

La mayoría de los funcionarios de prisiones de la vetusta cárcel de Larrínaga pidió a mi padre ser admitidos como pacientes, por el método de ‘iguala’ (60 pesetas al trimestre); también lo hicieron la totalidad de los presos políticos allí encerrados y algún preso común, según me dijeron.

De producirse mi ingreso en prisión; nunca antes del verano de 2020, invocaré a mi padre todos los días y le comunicaré mi buen estado de ánimo; considero mi ingreso como un homenaje a él mismo. Yo estaré en prisión de tres a cinco meses, como mucho, y en régimen de tercer grado, eso espero, al menos. 

A mi padre no le dejaron secuelas los (6+1) años de cárcel, tampoco la pena de muerte: ¡Doy fe! 

PS – La desgracia se cierne – como saben nuestros lectores del correo – sobre los querellantes; en un triple hierro: familiar y de salud mental, separación de la política para siempre, y fracaso empresarial, como es obvio para la ciudadanía más próxima; añadir el fracaso de abogados tenidos por ‘primeros espadas’ en el ruedo calatravo. Y nuestra reprobación a la justicia de las Órdenes Militares. ¡Ejecuten! ¡Cuánto antes! 

Sin olvidar que los autores intelectuales de esta cascada de querellas están siendo investigados y Fiscalía ya ha pedido cárcel para ellos. Tienen a mano la tétrica prisión de Herrera de La Mancha. No volverán a demandar a nadie, ni tan siquiera demandas de paternidad, que, a alguno de ellos, le resultaría interesante, aunque no novedosa, conociendo a su progenitor. 

Penal del Dueso en la actualidad, Santoña (Cantabria).
Mi primer piso, recién casado, lo adquirí en el edificio que se construyó en el solar que quedó tras la demolición de la cárcel de Larrínaga. En la calle Zabalbide 70 de Bilbao; de hecho el nombre inicial de la prisión fue el de cárcel de Zabalbide. Durante varios años vivimos en el espacio físico vital donde mi padre estuvo ingresado injustamente, pero tratado muy correctamente, corría el año 1957 y faltaban dos años para la visita a España del presidente Dwight Eisenhower, el querido Dwight, el abuelo de América, - menudo cabrón – vino a bendecir el franquismo a cambio de bases militares USA.

Nos instalamos en el bloque de la antigua cárcel de Larrínaga-Zabalbide en 1970