martes, 6 de agosto de 2019

Entramos en la cárcel de Botafuegos - Algeciras; Soraya Fernández


La prisión de Botafuegos, en Algeciras (Cádiz), cumplirá la mayoría de edad en octubre. Construida sobre un terreno de Defensa y apartada de la población, está muy cerca sin embargo de la ciudad. Se trata de unas instalaciones diáfanas y amplias que nada tienen que ver con la imagen de las prisiones que tenemos a través de las películas aunque, eso sí, es una prisión en toda regla en la que hay peligrosos delincuentes, presos de ETA, terroristas de la Yihad, narcotraficantes, homicidas y un sinfín de internos condenados por delitos de todo tipo. Nos disponemos a entrar en el centro penitenciario para la inauguración del curso escolar, una faceta desconocida para la inmensa mayoría de la población, pero que supone un aliciente para los internos con aspiraciones a cambiar de vida y a aprovechar la segunda oportunidad que se les brinda. 

Un gran patio con un inmenso mural del Estrecho de Gibraltar nos recibe. Se trata de la plaza denominada «Entre dos aguas», presidida por una escultura del Hijo Predilecto de Algeciras Paco de Lucía. 

El acceso a las distintas dependencias es claustrofóbico debido a las puertas correderas que hay que atravesar bajo la atenta mirada de los funcionarios de prisiones y cuyo sonido al cerrar se hace cada vez más asfixiante a medida que avanzamos. 


La prisión de Botafuegos tiene 14 módulos con 72 celdas como máximo cada uno y albergaba a 1.306 reclusos, un cifra que oscila casi a diario debido a los traslados, ingresos y puesta en libertad de los internos. 

Hay un módulo para mujeres que alberga en la actualidad a 52 presas y uno de aislamiento. El módulo 15, con 25 internos, es el destinado a los presos de primer grado, el más restrictivo. Estos reclusos comen en la celda y salen al patio solos o en pequeños grupos. Son los más fiscalizados en la prisión. 


Los presos de Botafuegos cuentan con una piscina, un completo gimnasio, pistas deportivas, salón de actos y biblioteca —en la que el libro más leído es «La reina del sur»— entre otras instalaciones, cuya utilización se regula mediante turnos. 

El delito estrella de Botafuegos es, obviamente, el narcotráfico

El delito estrella en esta prisión es el narcotráfico, algo comprensible al estar situada en el Campo de Gibraltar, una comarca azotada por esta actividad ilícita. Así lo reconoce el director de la prisión de Botafuegos, Francisco Márquez: «El tráfico de estupefacientes es sin duda el delito estrella aquí. Hay mucha gente que se está incorporando al sistema delincuencial de este tipo según vengo observando en los ingresos, aunque también hay muchos que son viejos conocidos». 

Dos de los narcos más importantes del Campo de Gibraltar, Antonio Tejón, colíder de la banda de Los Castañistas, y su lugarteniente, Samuel Crespo, que protagonizó una huida de película al ser liberado por decenas de narcos en el hospital de La Línea de la Concepción, han pasado por Botafuegos tras ser detenidos este año. 


Sin embargo, la posibilidad de que reorganizaran el clan y siguieran tejiendo redes pese a estar en prisión hizo que Instituciones Penitenciarias los trasladara a otras prisiones. «Ciertos cabecillas han entrado pero han entrado en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES) y los han trasladado a otros centros. El narcotráfico tiene mucho poder económico y a este tipo de internos se saca de su zona de influencia. Antonio Tejón no estuvo aquí ni 24 horas». 

La vida en el Módulo 3 

Accedemos al Módulo 3, donde ese día hay 109 reclusos. Muchos se acercan a saludar al director, al que llaman Don Francisco. Todos nos dan educadamente los buenos días. Es la hora del patio. Algunos pasan el tiempo con juegos de mesa, otros pasean, y otros cantan acompañados por una guitarra. Hay quien aprovecha el tiempo para hacer las llamadas telefónicas que tiene autorizadas en las cabinas que hay dentro del módulo. 

Nos recibe Juan, un preso que se encarga de garantizar el orden y la convivencia en el módulo. «Don Francisco es una buena persona, un hombre bueno», nos cuenta. Juan asegura que en este módulo, pese a ser ese día el que más reclusos alberga, es tranquilo. «Estamos privados de libertad pero intentamos que haya buena convivencia. Yo soy el presidente del módulo, como el de la serie Aquí no hay quien Viva», bromea. 


Nos disponemos a acceder a las celdas. Están en la planta superior. Tras atravesar varias puertas de seguridad nos encontramos con un largo pasillo flanqueado por puertas metálicas de color amarillo. Llama la atención que no sean barrotes. Juan nos muestra su celda y destaca la importancia de que todas tengan ducha. «Eso es muy importante para nosotros. ¿Habéis visto qué limpia y ordenada la tengo?», nos pregunta orgulloso. 

Y es que en realidad todas las celdas están en completo orden y limpias. La práctica totalidad de los reclusos tiene televisión en sus celdas y casi todas son utilizadas por un solo preso, aunque el director de Botafuegos nos cuenta que algunos prefieren tener un compañero y la comparten. 

Un día cualquiera: Lomo, macarrones y lechuga

Llegamos a la cocina, unas inmensas instalaciones en la que empleados (hay alrededor 500 en el centro, la mayoría funcionarios de servicio interior) y presos que están dados de alta en la Seguridad Social y cobran unos 500 euros al mes por su trabajo, están ultimando el almuerzo. El menú de hoy es lomo, macarrones boloñesa y ensalada. Para los musulmanes, el lomo de cerdo es sustituido por salchichas de ave. La cocina elabora desayuno, almuerzo y cena. 

La prisión tiene su propio horno de pan donde elaboran cada día el pan que se consume en el centro. Decenas de cajas con tomates se acumulan en la entrada para ser trasladadas a las cámaras frigoríficas. La actividad es frenética. 

100 euros a la semana es el peculio del interno

Los reclusos disponen como máximo de 100 euros a la semana para realizar sus compras en el economato, dinero que sale de sus bolsillos. No hay dinero en metálico. Se les dan unas tarjetas monedero para que compren productos como café, tabaco,conservas, artículos de higiene, ropa, calzado...  

«Claro que hay estupefacientes dentro de la cárcel» (Director Francisco Márquez)

Francisco Márquez cumplirá en diciembre 11 años como director del centro penitenciario de Botafuegos. Este año hay algo que le quita el sueño, como él mismo confiesa. Seis reclusos han muerto, supuestamente, por sobredosis. Y es que reconoce que en la prisión hay droga: «Sí hay droga, decir lo contrario es faltar a la verdad. Hay droga y estoy muy preocupado porque llevamos este año seis muertes y estoy casi convencido, aunque faltan resultados de algunas autopsias, de que casi todas son por sobredosis». Francisco Márquez está convencido de que la mayoría de la droga que entra en la prisión la introducen durante los «vis a vis»


Hachís, rebujito (una mezcla de cocaína y heroína), drogas sintéticas y pastillas de metadona son las que suelen introducir de manera ilegal en la prisión en los «vis a vis» o en los reingresos de internos tras permisos penitenciarios. «Aunque el perro de la Guardia Civil detecta la droga de inmediato hay un tema difícilmente controlable. En nuestros servicios médicos tenemos una teoría que habrá que confirmar a través del Instituto de Toxicología. Creemos que uno de los problemas más graves es la metadona. Nosotros la dispensamos disuelta a quienes están en el programa de metadona y el interno la tiene que tomar delante de nosotros. Por lo tanto, dentro de la prisión no hay ningún tipo de tráfico con esta sustancia. Las pastillas son otra cosa porque son iguales, tanto las de dos como las de 100 miligramos. No hay nada que las diferencie y se trafica con ellas en el exterior», explica. 

La prisión está entregando a los familiares de los reclusos en los «vis a vis» un escrito advirtiéndoles del delito en el que pueden incurrir si introducen sustancias estupefacientes y expresando la preocupación de la dirección por las muertes que se han producido por sobredosis, todas de varones de entre 30 y 40 años. 

La prisión de Botafuegos no es conflictiva

La prisión de Botafuegos no es conflictiva. Los incidentes son contados aunque los hay. El más grave ocurrió hace cinco años. Un recluso mató a otro dentro de la celda. «Cuando la víctima se quedó dormida, su compañero de celda le mató con un pincho, cuya procedencia desconocemos porque se cachea a los reclusos, asestándole más de 40 puñaladas. Ha sido lo más grave de toda mi carrera penitenciaria y llevo 38 años», confiesa el director.

Les explicaremos qué es un módulo de respeto y algo sobre Herrera para los nuevos imputados