Manuel Puerto Ducet
Siempre me llamó la atención, la defensa a ultranza de muchos fieles ante los desmanes de unos eclesiásticos, que no dudan en ponerse el sexto y noveno mandamiento por montera, atentando además contra el código penal en sus artículos 74, 178 y 179. Intentan estos buenos cristianos justificar a sus pastores, colocando en el otro plato de la balanza, la labor que hace la Iglesia ayudando a los más necesitados. Hace poco, mantuve una larga conversación con un eminente nacional-católico, que desconociendo mis itinerarios, me venía reiterando tales argumentos. Por cuestiones de índole familiar, he tenido que desplazarme en una docena de ocasiones al Líbano y al corazón de Palestina; se sorprendería le dije, de la abnegada labor social desarrollada allí por Hezbolá y Hamás a través de sus madrasas; pero ello no exime a estas organizaciones de responsabilidad, cuando hacen saltar por los aires un autobús repleto de niños hebreos. Tan solo le quedó al buen hombre, el triste y tópico recurso de implicar en tan vergonzante actuación, al colectivo de bomberos y peritos agrónomos, argumentando que entre sus miembros también se dan casos de pedofilia y nadie se mete con ellos. Lo dejé por imposible, pues me molesta sobremanera, que la gente intente arremeter contra la limitada inteligencia que en su infinita bondad, Dios dispuso concederme.
Normalmente, las cosas no acontecen por casualidad; el grupo de países PIGS, se corresponde con los que conservan claras reminiscencias de precedentes dictaduras militares de corte fascista, que han derivado en sistemas de perfil mafioso con interferencias clericales. En su momento, nada fue más fácil que poner de acuerdo a dos organizaciones de carácter jerárquico y alérgicas a las libertades, especialmente si una toca el palo de la política y la otra el de la religión, cerrando el círculo que atenaza la vertiente física y espiritual de las gentes y conformando el paladín ideal de sus sueños más eróticos: mitad monje, mitad soldado.
A raíz del segundo fiasco empresarial de la familia Ruiz Mateos y de su Nueva Rumasa, el informe de la Fiscalía Anticorrupción, desvela donde fueron a parar una parte de los ahorros de los incautos tenedores de pagarés que confiaron en esta familia de bendecidos delincuentes. A pesar de que se escenificó que las relaciones de la familia con el Opus Dei se habían deteriorado a finales de los ochenta —por los ataques de su patriarca a Rafael Termes y Luis Valls Taberner— las aportaciones del clan a la Obra, no se han interrumpido en los últimos años: Donación de la mansión «Sextante» (casa de retiro para miembros supernumerarios), aportación de 60.000 euros mensuales a lo largo de 10 años, más otros 25.000 euros mensuales de contribución al «santuario» de Torreciudad. Fueron asimismo recurrentes a partir de 2006, 30.000 euros mensuales destinados a la escuela de negocios de la Universidad de Navarra (IESE). Un prestigioso profesor de esta institución, fue precisamente el encargado de tasar el valor de las reservas de Jerez de las bodegas de Nueva Rumasa, cuyas conclusiones fueron el principal argumento para publicitar la campaña de pagarés, que han acabado por esquilmar a un puñado de místicos ahorradores sin distinción de creencias.
Coincidiendo con el acceso al poder de José María Aznar, la nueva aristocracia financiero-religiosa que sentó sus reales en España, fue la de los Legionarios de Cristo, que disputó con éxito su supremacía frente al Opus Dei. Los Ruiz-Mateos, se volcaron también con esta organización sectaria y sus aportaciones dinerarias se incrementaron, tras conocerse la delictiva vida de su padre fundador Marcial Maciel. Sus donativos de 150.000 euros mensuales a partir de 1996, representan la partida más generosa de este peculiar Robin Hood andaluz y de su tribu, que robaban los ahorros a quienes ingenuamente perseguían la máxima rentabilidad sin atender al riesgo, para entregárselos a los hijos espirituales de un auténtico degenerado.