sábado, 9 de septiembre de 2017

'Oligarquía financiera y poder político en España' - L. Usera (044)

Manuel Puerto Ducet


Los disgustos de la «familia» 

Luis de Usera Cano no aguantó demasiado tiempo como consejero delegado de BANIF. A pesar de la influencia de su padre (ex presidente del Banco Hispano Americano), tuvo que abandonar la entidad por «propasarse» con mi compañera Isabel Oliart, hija del que fuera ministro de Interior. Normalmente, estos «asuntos de familia» suelen resolverse con una huida hacia adelante y, como desagravio, Luisito (como le llamaban sus íntimos) saltó de BANIF a director general del Banco Hispano Americano, siguiendo el camino emprendido unos años antes por Jaime Soto López-Doriga. Luisito de Usera era Agente de Cambio y Bolsa y junto a su colega Antonio Morenés se asociaron en la Agencia de Valores Usera & Morenés, falsificando centenares de firmas y utilizando sin su conocimiento los documentos de identidad de jornaleros gaditanos para hacerse con un paquete de acciones de Repsol sometidas a prorrateo, que procedieron a revender en bloque a inversores internacionales obteniendo un jugoso beneficio. Dos fedatarios públicos, como quien no quiere la cosa, montaron una estafa y sustrajeron la posibilidad de rentabilizar sus ahorros a medio millar de pequeños accionistas de la petrolera. 

La Comisión Nacional del Mercado de Valores, para apaciguar los ánimos, tras saltar la noticia a la prensa, propuso una sanción de 33 millones de pesetas para los dos estafadores de cuello blanco pero, con el paso del tiempo y cuando la alarma social se había diluido, un juicio de vergüenza y una condena de compromiso dieron carpetazo al asunto. Como quien no quiere la cosa, Luis de Usera está hoy ejerciendo de ilustre notario en Madrid, por convalidación de su anterior rango de Agente de Cambio y Bolsa. De fedatario público a fedatario público y tiro porque me toca y, en medio de todo ello, un colegio de notarios y unas instituciones que, lejos de sancionar a los tramposos, siguen favoreciendo con supina hipocresía a los cachorrillos corruptos y allegados del franquismo, que al amparo del «Gran Sanedrín» van incrementando sus fortunas sin prisas y sin pausa. Quince días antes del arresto de Madoff, Javier Botín Sanz y su cuñado Guillermo Morenés, con sus troqueladas tarjetas y alardeando de su alta estirpe bancaria, rindieron visita a distintas entidades financieras, entre las que se encontraban varias cajas de ahorro, para intentar deshacerse de los fondos que constituían el mayor fraude piramidal de la historia. 

En ningún momento, las potenciales víctimas fueron informadas de las fuertes pérdidas que había acumulado el producto en el último año. Plantearon la operación como un paliativo a las deterioradas cuentas de estas entidades en el ejercicio de 2008, al tiempo que les ofrecían una elevadísima comisión por las cantidades que colocaran a su clientela, proponiendo la concesión de un préstamo con la garantía de los propios activos de Madoff. Una canallada en toda regla ya que eligieron a sus víctimas entre distintas cajas rurales, que no tenían acceso a ninguna información sobre estos fondos y que fiaban en el prestigio de la familia Botín. Era un anzuelo muy apetitoso, orientado al balance final de ejercicio. En teoría, la entidad incrementaba el saldo de clientes, al tiempo que se beneficiaba de una jugosa comisión, a la que había que añadir el margen obtenido en la concesión del crédito. 

Un mes antes, se había producido la visita de Rodrigo Echenique a Madoff, en un vano intento por deshacer las posiciones del grupo. El papel de M&B no se limitaba al de representantes de Madoff en España; sus fondos Alternative Advantage Landmark, Optimal Strategic US Equity y el Fairfield Sentry, los gestionaba directamente el financiero norteamericano y ex presidente del Nasdaq. Esta pléyade de respetables pirómanos financieros han conseguido, con su brillante gestión, que España se hiciera con la medalla de bronce entre los países perjudicados por la mayor estafa del siglo, lo cual —en comparación con los flujos inversores de países con mercados que nos cuadruplican en volumen— nos da una idea sobre la participación de nuestras entidades financieras en este fiasco y de la cantidad de damnificados que ha generado