Manuel Puerto Ducet
Siempre me llamó la atención, la defensa a ultranza de muchos fieles ante los desmanes de unos eclesiásticos, que no dudan en ponerse el sexto y noveno mandamiento por montera, atentando además contra el código penal en sus artículos 74, 178 y 179. Intentan estos buenos cristianos justificar a sus pastores, colocando en el otro plato de la balanza, la labor que hace la Iglesia ayudando a los más necesitados. Hace poco, mantuve una larga conversación con un eminente nacional-católico, que desconociendo mis itinerarios, me venía reiterando tales argumentos. Por cuestiones de índole familiar, he tenido que desplazarme en una docena de ocasiones al Líbano y al corazón de Palestina; se sorprendería le dije, de la abnegada labor social desarrollada allí por Hezbolá y Hamás a través de sus madrasas; pero ello no exime a estas organizaciones de responsabilidad, cuando hacen saltar por los aires un autobús repleto de niños hebreos. Tan solo le quedó al buen hombre, el triste y tópico recurso de implicar en tan vergonzante actuación, al colectivo de bomberos y peritos agrónomos, argumentando que entre sus miembros también se dan casos de pedofilia y nadie se mete con ellos. Lo dejé por imposible, pues me molesta sobremanera, que la gente intente arremeter contra la limitada inteligencia que en su infinita bondad, Dios dispuso concederme.