En el día de hoy, víspera de San Martín, se celebran en
Iberia unos comicios absurdos e irrelevantes para el futuro del país; se juega
la partida con cartas ‘marcadas’ y se conoce el resultado final. Los
nacionalistas catalanes y vascos ganarán las elecciones en sus respectivos
feudos y serán ‘imprescindibles’
para el Gobierno de una España arruinada y ávida de rencor contra la cultura y
la inteligencia, el esfuerzo, la capacidad de trabajo y el rigor; el monopolio de los
ciudadanos de esos dos países. Características, las citadas, que conforman unas
sociedades de progreso que chocan con el resto de subculturas de la grande península
ibérica y que incluye a Portugal, aunque este vecino querido resulte
perfectamente ‘prescindible’ para la
parte de la historia que voy a narrar. Un Portugal que da lecciones a su vecina
España, contra todo pronóstico de los castellanos, que 'desprecian' a los portugueses desde tiempo inmemorial. Por cierto: de 48 diputados
catalanes; 30 serán independentistas, 9 estarán por el derecho a decidir y 9
por la unidad de España, a la noche lo podremos comprobar. Los castellanos podrían 'progresar' (con el tiempo) siempre que admitieran (de entrada) que los 'despreciables' son ellos mismos.
La envidia de los españoles hacia
catalanes y vascos es atávica y patológica