MLFA - Experto en resolución de conflictos.
La fotografía es una cortesía de Rober Solsona, pero podría pertenecer a un millón de personas en este país de catetos y plañideras de pacotilla.
Hoy he recordado a Michael Corleone en aquella terraza de La Habana: "Hoy he sido testigo de una escena que me ha hecho pensar...", se refiere al activista de Fidel Castro que se autoinmola (y mata al jefe de los milicos) haciendo explotar una granada de mano contra su cuerpo. Esta mañana me ha ocurrido algo parecido en la cola de una de las cajeras de Mercadona. Una "maruja" cincuentona que abandona la caja tras pagar con el móvil (una forma de pago propia de paletos, en estos tiempos modernos; recuerdo a un jubilado que tras acercar el móvil al datáfono dio un traspiés, por el azúcar alto, y dejó caer el "sansun" al suelo, este quedó destrozado, y el dueño en "shock", y servidor conteniendo la risa); vuelvo a mi maruja..., se vuelve a la otra "maruja", la que está pagando, y le informa acerca de un punto de recogida de comida (mayormente alubias y lentejas, que salen a cuenta).
Terminan llorando las dos a moco tendido, las bolsas desparramadas; al momento la cajera se une al llanto
(El Errejón, el Ábalos, el Koldo y toda la banda, y la pareja de la Ayuso, más contentos que unas pascuas)
(Me mantengo impávido, mientras la cajera reparte pañuelos de papel, las tres se extrañan de que no llore)
(La escena -patética y chunga- dura tres minutos, y finaliza con esta frase: ¡Con esta mierda de Gobierno)