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Casa de Cervantes en Esquivias (Toledo) |
La ley del aborto llegaría cuatro años después, en 1985, impulsada y promulgada por el PSOE y su abultada mayoría absoluta en las Cortes, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado, se trató de una ley de supuestos, habría que esperar a 2010 para una ley de plazos. Vino a resolver muchas tragedias personales y familiares, aunque se quedó corta, el felipismo promulgaba leyes que, hemos dicho ya, eran de corto recorrido, aunque ellos las vendían cual logros históricos, lo cual no resultaba difícil, al provenir de una dictadura como la franquista. Gracias a esta ley se despenalizaba el aborto, que, increíblemente, seguía siendo un delito diez años después de desaparecido el dictador; pero solo en tres supuestos: violación; riesgo para la salud física o psíquica de la madre; y malformación del feto; y resultó una victoria pírrica para los colectivos feministas y para la sociedad española progresista. En Castilla La Mancha, feudo socialista donde los hubiera, la ley se recibió con indiferencia en algunos sectores; y en los más cercanos a la Iglesia, con un absoluto rechazo. Los párrocos, desde la escalinata, al haber perdido el usufructo de los púlpitos, lanzaron andanadas de críticas feroces al gobierno y rechazaron de plano la pacata legislación abortista recién estrenada.