Paco de Jerez
Los fusilamientos diarios al amanecer se llevaban a cabo en la tapia a la derecha de la fotografía. El Dueso. |
Durante todo el año 1936 y buena parte de 1937, Santander y Cantabria habían permanecido fieles a la República. El avance de las tropas franquistas con el derrumbe del Frente Norte, la liquidación de la resistencia vasca, y las consecuencias del Pacto de Santoña con los italianos, hicieron que Cantabria cayera en manos de los sublevados en agosto de 1937. La represión comenzó de forma inmediata, pues para falangistas, carlistas, cedistas y franquistas había sonado el clarín de la venganza. Así, todos los pueblos, caseríos, pedanías y pequeñas localidades fueron escenario de la cacería de republicanos.
Desorganizada y caóticamente en un principio, con numerosos paseos y fusilamientos en cunetas, y posteriormente con método, premeditación y administración, la represión franquista causó en Cantabria en torno a las 2.006 víctimas mortales, de las que 1.267 fueron asesinadas por consejos de guerra y 739 por métodos irregulares (sacas, paseos, etc). No obstante a estas cifras habría que sumar igualmente 65 cántabros caídos en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen, 389 muertos en el interior de cárceles franquistas, 75 guerrilleros muertos en las montañas o bajo el piquete de ejecución y por último 33 forasteros. El resultado total gira en torno a 2.535 cántabros. En estas magnitudes no se incluyen, sin embargo, otros 800 presos forasteros muertos en cárceles cántabras, fundamentalmente en el Penal de El Dueso.
Este centro penitenciario, construido en buena parte de sus instalaciones a principios del siglo XX, había sido utilizado como Colonia Penitenciaria durante la República y en él estuvo recluido el General Sanjurjo tras su fallido golpe de Estado de 1932. El Penal fue tomado por el ejército sublevado el 25 de agosto de 1937 y se convirtió en campo de concentración de los miles de republicanos hechos presos con el avance de los rebeldes en el Frente Norte, entre ellos todos los gudaris vascos tras su derrota. El 4 se septiembre de 1937 pasó a estar gestionada por la Dirección de Prisiones del Estado español.
Tras el paso por El Dueso –como campo de concentración-- de decenas de miles de vascos, cántabros y asturianos, en el Penal fueron internados al menos otros 7.419 presos antifranquistas, en este caso ya con condenas en firme. De los 5800 casos de presos recluidos por supuestos delitos políticos cometidos durante el desarrollo de la guerra, estudiados todos ellos por la investigadora Raquel Collado Quemada en su trabajo "Santoña y la Colonia Penitenciaria de El Dueso", 1884 lo fueron por Rebelión o Rebelión Militar, 3857 por Adhesión a la Rebelión, 42 por Auxilio a la Rebelión, 3 por Excitación a la Rebelión, 15 por Sedición, 10 por Deserción, 33 por Traición, 3 por Espionaje, 1 por Insubordinación y 1 por Tenencia ilícita de Armas. De los 1481 casos de presos recluidos por supuestos delitos cometidos con posterioridad al 1 de abril de 1939, 895 lo fueron por Rebelión, 215 por Bandidaje, 245 por Actividades Subversivas de asociación o propaganda ilegal, 63 por Delitos Contra la Seguridad del Estado, 14 por Insultos a las Fuerzas Armadas o al Jefe del Estado, 24 por Traición, 8 por Espionaje, 5 por Comunismo, 3 por Masonería, 3 por Sedición y 1 por Deserción.
Raquel Collado ha examinado con detenimiento los testimonios de las sentencias de estas 1481 causas, y ha concluido que 625 de ellas estaban relacionadas con actividades guerrilleras y 751 con actividades comunistas. Entre estos muchos detenidos en El Dueso podríamos encontrar, por ejemplo, con Ramón Rubial --dirigente del PSOE-- o el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, que estuvo condenado a muerte durante 8 meses y fue preso 7 años. O como el médico Martín Luño Macua, condenado a muerte durante 23 meses y preso 7 (6+1) años.
En El Penal de El Dueso se ejecutaron más de un millar de sentencias de muerte
PS - Nadie podrá destruir la Memoria Histórica; olvídense los Casado, Abascal, Rivera, y toda la patulea de neopacos que recorren España dando voces; no tensen más la cuerda o aténganse a las consecuencias. (AD).