"Podemos" es perfectamente prescindible para la investidura de PS

MLFA 

El toro de Galapagar

Tal y como veníamos anunciando desde “Azuer Diario”, Pablo Iglesias – ¡Iglesias, Pablo Iglesias! – ha impedido la investidura de Pablo Sánchez al frente de un gobierno de coalición; la razón era evidente, para nosotros, aunque los ‘politólogo-periodistas’ de las televisiones generalistas nos ‘aburran’ con sus ‘pajas mentales’, en castellano y en catalán, que – estos lumbreras – le hacen a los dos palos, (cobrando, claro), y sean capaces de negar la mayor en las dos lenguas: Pablo Iglesias era consciente de que su ‘ausencia’ en el reparto del ‘botín’ (ministerios y altos cargos para los parias de la tierra), implicaba su salida de la Secretaría General de ‘Podemos’ en 2020. Había que impedir que sus compañeros (probables ‘traidores’) se sentaran en los salones de la Moncloa, con sus mejores ropajes. Pablo lo ha conseguido; si bien es cierto que continúa en el ‘corredor de la muerte’. Este muchacho tendrá el dudoso honor de ser el profesor de la Complutense (a tiempo parcial) con más ‘pasta’ en sus cuentas corrientes. Algo es algo; se rumorea que podría ‘montar’ una inmobiliaria con su amigo Jorge Verstrynge y, se dice, que Wyoming estaría dispuesto a asociarse con estos dos. (Total inmuebles del trío: 17 + 16 + 6 = 39). 

El contagio del “Brexit” la madre de todas las 'autodeterminaciones'

MLFA

En el Reino Unido de la Gran Bretaña no existen movimientos de ultraderecha y el ‘Brexit’ es la medida preventiva más importante y decisiva para evitar que puedan existir, en el futuro próximo, en su territorio; la inmigración no se consideraba, hasta ahora, un fenómeno social distorsionador de la sociedad británica. Sus ‘inmigrantes’ eran parientes, pobres eso sí, de una gran familia, la Commonwealth, que agrupa más de 50 países de los 5 continentes unidos por múltiples lazos; lingüísticos, culturales, económicos y comerciales. La Reina de Inglaterra era, hasta nuestros días, el aglutinante simbólico, la argamasa entre bloques que permitía levantar pilares que apuntaban al cielo.

Era la única inmigración que Gran Bretaña estaba dispuesta a aceptar en su isla