MLFA Kapitan und Krieger
Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica); nuestra primera recalada en la ruta Houston-Singapur, muy ilusionado.
El keroseno es el carburante utilizado en aviación, es muy volátil y se debe manipular en óptimas condiciones de seguridad; navegas encima de una bomba, la ventaja es que el detonador está en tus manos, debes cumplir todas las normas de seguridad. El keroseno es un producto refinado que, como todos saben, procede del petróleo; en las primeras fases se obtienen alquitrán y fuel-oil, si continuamos refinando el ‘crudo’ obtendremos gas-oil, y posteriormente gasolinas de diferentes octanajes, entre otros muchísimos productos para la industria química, el principal de ellos es el plástico. El ‘keroseno’, como hemos, dicho, es el rey del refino, el producto más elaborado, y, repito, más volátil.
Los aficionados a temas náuticos recordarán la época trágica de los años “80”, en que se produjeron explosiones a bordo y hundimientos con gran número de desaparecidos; hablaremos de esos accidentes que tantas vidas costaron en todo el mundo. La explosión venía provocada por bolsas de gas en algunos tanques. El gas inerte fue la solución mágica; al depositar gas inerte, procedente de la caldera y sus gases de exhaustación, sobre el petroleo, desaparecía el oxígeno y el riesgo de combustión de las bolsas de gases que emanaban del carburante. El paradigma de la tragedia por deflagración de gases fue el “María Alejandra”, buque español que salió de Algeciras con la planta de gas inerte averiada y explotó a la altura de Canarias, perdiendo casi toda la tripulación.
El “Mª Alejandra” estaba a 60 millas de Cádiz donde había sido construido
Pero volvamos a Singapur; no quiero encabronarme más con la tragedia del petrolero español que, por cierto, era nuevo de trinca. En vez de entrar en Cádiz (estaba en Algeciras) y reparar la planta de ‘gas inerte’, prefirieron ir al Golfo Pérsico; embarcaron a un inspector inglés en silla de ruedas y su enfermera particular, me perdonarán el humor negro, lo siento: salieron volando, incluida la sillas de ruedas. Otra ‘españolada’ más que culminó en tragedia gravísima. El pobre paralítico británico pensaba dirigir la reparación durante el viaje al Golfo; como he dicho, no pasó de Canarias, por desgracia para la tripulación.
En Singapur embarcaron 7 jóvenes soldados (marines) y un sargento USA
Fusil 'M16', conocido por todos a través del cine; superaba de largo a los 'AK47' de los 'vietcong' (vietamitas del norte).
Lo primera que les encomendó el sargento fue organizar un camarote-armero, apoyados por una empresa externa que instaló estanterías y una puerta acorazada. Un segundo camarote (el barco era una joya náutica, dotado de camarotes extra, además de doble casco de acero), se dedicó a la impedimenta de combate de los soldados; tabaco y diferentes chucherías, y alcohol, sobre todo cervezas de baja graduación, la famosa Budweiser, en las neveras instaladas; también un botiquín de emergencia bien dotado. Los soldados tenían entre 18 y 21 años, el sargento 32 y mucha experiencia en Vietnam. Su alimentación sería la misma que la que correspondía al resto de la tripulación, compuesta de 49 tripulantes.
Pistola reglamentaria 'Colt' del calibre 45, automática, modelo M1911. Actualmente los marines han vuelto al 9mm. parabellum.
Como aficionado a las armas los jóvenes ‘marines’ me permitían acceder al armero y pegar cuatro tiros a las gaviotas con un ‘M16’, las pistolas reglamentarias eran del calibre ‘45’ y los explosivos, como granadas y cilindros, eran inaccesibles; custodiados por el sargento; me traje algunos recuerdos, incluido un casco (regalado por el sargento, está en casa de la madre de mis hijas, según mis informes de hace algunos años) y fotografías obtenidas a escondidas. El sargento Percy estuvo con nosotros los once meses que duró la campaña; en 1972 el abastecimiento se realizaba con buques de guerra USA, aljibes de 50.000 toneladas fuertemente armados.
El pelotón era relevado cada mes, algunos se ‘reenganchaban’ contentos
Al mismo tiempo se instalaron planchas de acero en el puente; este quedó blindado, y las ventanas se protegieron con persianas exteriores de lamas de acero que podían subir y bajar como si de una persiana casera se tratara.
La distancia entre Singapur y Saigón era de 620 millas; 48 horas de navegación
Los primeros seis meses trasbordamos el keroseno a petroleros más pequeños, de 20.000 toneladas, en la frontera acuática del Delta del río Mekong, no podíamos acceder al vasto delta; estaban construyendo un pantalán de hormigón y madera y dragando un canal que nos permitiera acceder al mismo.
Esta operación de trasvase no constituía peligro alguno; cualquier ataque por mar, desde pequeñas embarcaciones, sería suicida, además de la protección de los marines, la pequeña flota de Vietnam del Sur patrullaba y atemorizaba a todo tipo de lanchas y barcos de pesca que operaban en el delta. También había patrullas USA a bordo de lanchas rápidas; algunos se abarloaban al costado del ‘Saigon Ocean’ para trapichear con ‘maría’ y ‘hachís’ con sus compañeros; el sargento hacía la vista gorda, muy de vez en cuando se fumaba un canuto, nunca en compañía de sus hombres, lo hacía con nosotros en los camarotes, a veces en el despacho del capitán, un tío cojonudo (creo que ya lo habré dicho), que también le pegaba al ‘porro’.
Nunca fui testigo del consumo de cocaína y heroína a bordo; lo comprobé en la segunda fase, en los cafetines de Saigón. El ‘pico’ hizo estragos entre los soldados americanos, también el alcohol.
A bordo; vino tinto en las comidas (de California) y cerveza y peanuts entre horas