jueves, 19 de marzo de 2020

Abogados y docentes: control del tráfico de cocaína en La Mancha 1

Klippe
Hotel Minzah de Tánger

La primera reunión tuvo lugar en el hotel Minzah de Tánger, a ella acudieron el concejal del PP enamoriscado de la sonrisa vertical y un abogado de La Encomienda vinculado a los medios de comunicación de la iglesia local; la crisis se adueñaba del país, a pesar de que el gobierno de Madrid negaba la mayor para mantenerse en el poder. Estos dos se presentaron en Algeciras a bordo del automóvil BMW, de la línea 5, recién adquirido por el leguleyo, allí recogieron a un colombiano que habían conocido en La Solana, pueblo rural situado a treinta kilómetros de La Encomienda, y cruzaron el Estrecho después de esconder el automóvil en las entrañas de uno de aquellos aparcamientos subterráneos que utilizaban ceutíes y otros españoles que tenían miedo de llegar con sus coches al otro lado de Gibraltar.

Muchos recordaban a aquel famoso cantante español, Victor Manuel y Ana Belén, a quienes le fue robada su flamante motocicleta alemana (BMW 1000) en la misma frontera de Tánger, mientras tomaba una taza de tea verde en compañía de su esposa, también muy famosa como cantante. El jefe del resguardo marroquí compadeció a la pareja, acompañada del cónsul, y les dijo que no había sido muy prudente de su parte presentarse con esa máquina y les instaba a dar gracias al Dios de los cristianos de que el robo se había producido junto a la policía; en el interior del país, los ladrones se hubieran servido de la violencia, en el mejor de los casos, o en el secuestro de la pareja por grupos salafistas. España y Marruecos, vecinos y condenados a entenderse, no terminaban de conseguirlo, a pesar de las declaraciones, más que rimbombantes del propio ZP, a quien no agradó mucho su viaje a Marruecos en 2004, pero que vendió a los españoles como un éxito diplomático rotundo; aún estaban calientes los dos centenares de cadáveres que terroristas procedentes de aquel país del gran hermano, como le gustaba a don Juan Carlos definir al rey de Marruecos, que prefería aliarse con los gabachos antes que con españoles; habían depositado entre raíles del ferrocarril de cercanías de Madrid.

Aquel trío de ases procedentes de la Mancha ya habían dado el paso fatal, aquel que conduce a prisión, más pronto que tarde, a quienes negocian con estupefacientes, máxime cuando lo hacen en el atolondramiento que provoca en estos nuevos narcos el ver peligrar su estatus, su modus vivendi, de clase acomodada, en claro peligro debido a la crisis que venía ya por aguas del Atlántico, donde naufragaría Lehman Brothers al año siguiente, debido a la sobrecarga de hipotecas subprime (basura), en 2007, año de la negación absoluta de la crisis por el bueno de Zapatero. En el Minzah tenían reservadas habitaciones que daban a la piscina, individuales, los proveedores querían tenerlos al alcance de la mano de uno en uno, buscaban intimidad de imprevisto en determinados momentos de la negociación, a fin de conocer más de cerca sus personalidades; al colombiano le conocían de hacía tiempo, le consideraban un tipo efectivo. 

El concejal del PP no les había causado muy buena impresión, atento como estaba a camareras y fulanas que desfilaban por aquel amplio hall, ya que el Minzah seguía siendo número uno en la ciudad de Tánger, antiguo Protectorado español, y actualmente centro neurálgico de espías y narcotraficantes. El abogado resultaba pieza importante para ellos, de hecho entre sus clientes se encontraban camellos, si bien de poca monta, al decir de sus contactos en España. Lo relevante para ellos era que el abogado introducía la droga en una prisión de máxima seguridad situada en La Mancha.

La operativa sería muy similar a la del tráfico de personas, eufemismo para referirse al tráfico de inmigrantes - que había afectado de lleno a “Zagala” - en la encrucijada de caminos a la que querían acceder. Esa primera noche invitaron a los dos castellanos a una fiesta que tendría lugar en la fabulosa discoteca del hotel, en homenaje a varios príncipes saudíes, cuyo sancta sanctórum en materia de libaciones prohibidas por su fe y otros placeres carnales era el reino alauita; preferían Tánger al ser bastante segura y encontrarse, tanto Fez como Marrakech, inundadas de turistas europeos. El colombiano excusó su asistencia alegando que tenía algún otro compromiso en la ciudad.