sábado, 27 de febrero de 2016

Sabbath: Jueces; Sansón, Dalila y los filisteos

Luz de Gas
"Sansón y Dalila" de Antón van Dick (Foto de Xavier Serra)

Y como lo importunaba con sus quejas día tras día hasta marearlo, Sansón, ya desesperado, le dijo su secreto: Nunca ha pasado la navaja por mi cabeza, porque estoy consagrado a Dios desde antes de nacer. Si me corto el pelo perderé la fuerza, me quedaré débil y seré como uno cualquiera.

Dalila se dio cuenta de que le había dicho su secreto, y mandó llamar a los príncipes filisteos: Vengan ahora que me ha dicho su secreto. Los príncipes fueron allá con el dinero. Dalila dejó que Sansón se durmiera en sus rodillas, y entonces llamó a un hombre, que cortó los siete mechones de la cabeza de Sansón, y Sansón empezó a debilitarse, su fuerza desapareció. Dalila gritó: ¡Sansón, los filisteos!

Él despertó y se dijo: Saldré como otras veces y me los sacudiré de encima (sin saber que el Señor lo había abandonado). Los filisteos lo agarraron, le vaciaron los ojos y lo bajaron a Gaza; lo ataron con cadenas y lo tenían moliendo grano en la cárcel. (Pero el pelo de la cabeza le empezó a crecer después de cortado).

Los príncipes filisteos se reunieron para tener un gran banquete en honor de su dios Dagón y hacer fiesta. Cuando ya estaban alegres, dijeron: Saquen a Sansón que nos divierta. Sacaron a Sansón de la cárcel, y bailaba en su presencia. Luego lo plantaron entre las columnas.

Sansón rogó al lazarillo: Déjame tocar las columnas que sostienen el edificio para apoyarme en ellas. (La sala estaba repleta de hombres y mujeres; estaban allí todos los príncipes filisteos, y en la galería había unos tres mil trescientos hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón).

Él gritó al Señor; ¡Señor, acuérdate de mi! Dame la fuerza al menos esta vez para poder vengar en los filisteos, de un solo golpe, la pérdida de los dos ojos. Palpó las dos columnas centrales, apoyó las manos contra ellas, la derecha sobre una y la izquierda sobre la otra, y al grito de ¡A morir con los filisteos! Abrió los brazos con fuerza, y el edificio se derrumbó sobre los príncipes y sobre la gente que estaba allí.

Los que mató Sansón al morir fueron más que los que mató en vida. Luego bajaron sus parientes y toda su familia, recogieron el cadáver y lo llevaron a enterrar entre Sorá y Estaol, en la sepultura de su padre, Manoj. Sansón había gobernado a Israel veinte años.