miércoles, 17 de febrero de 2016

La Zona Azul como método de regulación de aparcamiento en los pueblos medianos

Ágora
(Fotografía de Bioguía)

De entrada; todos los vecinos tienen el mismo derecho a aparcar sus vehículos en la vía pública, es algo tan obvio como el derecho de los peatones a circular por las calles y el deber de esquivar ‘cacas’ de perro. Apretar a los ciudadanos es factible, ocurre en el ‘metro’ y en nuestras jornadas medievales; pero resulta imposible aparcar los coches, uno encima de otro, nos preguntamos: ¿Cuántas alturas se podrían permitir, suponiendo que utilizáramos grúas pórtico de las utilizadas para subir y bajar contenedores?

Partidos políticos marginales; nos vienen a la memoria IU, LIM, pero hay muchos más, que, curiosamente, defienden la igualdad desde que se levantan (tarde) hasta que se acuestan (más tarde) y por el contrario consideran normal que el bancario o empleado de comercio madrugador ‘okupe’ su plaza de aparcamiento, de 08:00 a 15:00 horas, y aceptan que el propietario de plaza de garaje tiene ‘derecho’ a sacar su coche al sol y así evitar sortear ‘columnas’ dos o tres veces al día, al considerar que su ‘cochera’ se utiliza en horas nocturnas, también en las horas de mayor insolación del verano.

Los demás conductores: ¡que se jodan!

Parece justo y necesario ‘compartir’ el espacio destinado a aparcamiento; es cierto que no vivimos tiempos de compartir, por lo que se hace imprescindible ‘repartir’ ese espacio y hacerlo sin gravar, todavía más, al contribuyente, en este caso vecino de un pueblo mediano. No estamos hablando de la cuadratura del círculo, que a eso ya se dedican los políticos ‘casposos’; sino de alternativas que aúnen el derecho a aparcar de todos los automovilistas, con el deber de la administración municipal de proteger el bolsillo de sus ciudadanos.

(Fotografía de Florian Wude)

La Zona Azul, perfectamente identificada para propios y extraños, debe ser gratuita y respetada en el sentido de limitar (repartir) ese derecho al aparcamiento a un tiempo determinado, que podría oscilar entre 90 y 120 minutos. A partir de ese ‘horario’, que en muchos casos no superará los 20 minutos, el conductor que no retire su vehículo deberá ser reconvenido, amonestado y, en su caso, de persistir en su negativa, podrá ser sancionado.

Por último, es importante delimitar un horario que resulte adecuado a los intereses generales de todos los vecinos, y a los intereses particulares de los comerciantes.