Lagun
Ilustración del 'cogotazo' (Foto de 'La política de Geppeto') |
Cuando hablamos de ‘rigor’ queremos referirnos a celo y a voluntad; se
trata de jueces concienzudos, trabajadores sin descanso, voluntariosos y bien dotados de algo que escasea entre los políticos: toda una enorme
vocación; hemos de añadir que son los que peor retribuidos están en el elenco de
países occidentales, tanto en lo económico, como en su faceta social, no menos
importante en una sociedad moderna.
Actualmente, en España, son los únicos profesionales, junto con los
médicos, que se ‘llevan trabajo a casa’, casi a diario, y no digamos los fines
de semana, sin el ‘casi’. Se empieza a reconocer su función, todavía de forma
tímida; en el imaginario español se tiene muy en cuenta que, durante siglos,
han dependido del poder político absolutista y, algunos de ellos, lo han
defendido con denuedo.
¡Basta ya! es el lema adoptado
por dos asociaciones de jueces
El valenciano que no acude a un banquillo porque está en otro, lo fía todo al Supremo (Foto de El Mundo) |
¿Por qué ahora, precisamente? El ministro Fernández, clon de aquel
Corcuera de las patadas, insinúa, presuntamente, que el estamento judicial está
‘en contra del PP’, algo que indica, subliminalmente, que lo normal sería que
estuvieran ‘a favor’ del partido al que pertenece. Otros, como el ‘chuleta’ ese
de Valencia – ¡porque me da la gana! – ya nos advierten de que en el Supremo se
‘arreglará’ todo, y puede que no le falte razón, ya que precisamos más tiempo para que los magistrados del Supremo y los que no lo son (magistrados)
del Constitucional, sean independientes del poder político.
No obstante, el puñetazo en la mesa ya está dado, y las puñetas no se
han arrugado; ello nos permite soñar con una Justicia independiente de los
políticos; posiblemente, la baja calidad moral y profesional de estos últimos
ha contribuido a que cientos de jueces y magistrados se hayan planteado la
digresión determinante, al alejarse por momentos de su loable tarea, y
reconocido, con tristeza preñada de rabia, que eran ‘gángsters’ quienes les
habían ninguneado por la fuerza de sus votos, los de tantos y tantos españoles
ignorantes que acudían al llamado de unas urnas sucias y manipuladas.
La transición española no era
modélica, esa era otra de las mentiras gordas