sábado, 27 de febrero de 2016

Albert Rivera vuelve a sus orígenes, estaba desnudo y sigue igual

MLFA
Fotografía de Revista R@mbla

Y sigue estándolo; le da igual carne que pescado, no sabe comparar sabores, tampoco le interesa. Servidor advirtió hace mucho tiempo que alguien que se desnuda en las Ramblas (lo diré en charnego): “o es tonto o la mama de canto”.

Efectivamente; más bien ‘la mama de canto’, que quiere decir que le vale todo, siempre que le beneficie; Albert, como Pedro, son productos de marketing político, con la diferencia de que el primero es catalán, y en su tierra el marketing es de mejor calidad que en la meseta.

A estas alturas ya le hemos visto sus vergüenzas, a fin de cuentas fue lo primero que nos ofreció; es el típico hispano que confunde la sinceridad con el descaro, muy en la línea de Esperanza Aguirre. Acaba de declarar que si lo de Pedro Sánchez no marcha bien, lo intentará con Mariano Rajoy; o con María Santísima, si se tercia. Rivera trata de ser el protagonista de una nueva transición que, procediendo de Cataluña, no mola en España.

¿Por qué se tapó el ‘mandao’ con las manos? ¿No daba la talla?