Luz de Gas
"Sansón y Dalila" de Antón van Dick (Foto de Xavier Serra) |
Y como lo importunaba con sus quejas día tras día hasta marearlo, Sansón, ya desesperado, le dijo su secreto: Nunca ha pasado la navaja por mi cabeza, porque estoy consagrado a Dios desde antes de nacer. Si me corto el pelo perderé la fuerza, me quedaré débil y seré como uno cualquiera.