domingo, 24 de junio de 2018

La Saga de La Encomienda por Martín L Fernández-Armesto (020)

Ayuntamiento de Abenójar

Se recibió ayuda de don Anselmo, que era el primer interesado en la marcha de sus hijos bastardos y el resto de su familia. Quiteria, convidada a la comida de Navidad, comprometió su palabra de que enviaría a la niña Edelmira con ellos, una vez cumplidos los 16 años, como así se hizo, aunque fue recogida, cuatro años después, por Quiteria y Demetrio en un auto de aquellos que llamaban haiga, comprado a un antiguo estraperlista en Madrid. La muchacha portaba su fe de vida orgullosa, allí aparecía reseñado el apellido de don Anselmo y filiada como huérfana de madre. 

En los cuatro meses que transcurrieron hasta la partida no hubo descanso para nadie; de un lado la boda de Teofila y Tomasillo, acontecimiento importante para todos ellos debido a la calidad humana de ambos; por otro la preparación del personal destinado a Casa Antonia, un matrimonio joven de familia conocida por su honradez y haber permanecido neutral en aquellos años de odio y rencillas, posteriores a la represión franquista, que había durado hasta 1948; hubo que contratar el porte del dormitorio matrimonial de los mayores, incluido el aguamanil de Quiteria, tan apreciado por Demetrio y Rita, también algunos enseres abultados, como camas de los dos niños y el ajuar de Teofila. 

El pueblo elegido por Demetrio, a unos noventa kilómetros de Quintanilla, por su situación estratégica en la carretera nacional de Madrid a Andalucía, era La Encomienda, lugar de paso en el eje norte-sur y transversalmente hacia las costas de Levante; hacia donde se dirigieron el día 23 de Abril de 1950, primero en tren hasta Alcázar de San Juan y posteriormente en un incómodo autobús hasta el nuevo destino, donde tenían contratada una posada gracias a los buenos oficios del escribiente de don Anselmo, que también había informado de la llegada de la familia a las autoridades de Falange, esto último era desconocido por Demetrio, él solo confiaba en su capacidad de trabajo y en su habilidad, como más tarde se comprobó, para las inversiones hosteleras. 

La boda de los jóvenes Tomasillo y Teofila se había celebrado en la más absoluta intimidad y pocas explicaciones se habían dado acerca del nuevo destino de la familia, aunque Demetrio intuía que algunos clientes se mostrarían curiosos al respecto, bien es cierto que la inmensa mayoría de ellos eran foráneos, gente de otros pueblos que venían a Quintanilla a comprar o vender productos, en algunos casos en régimen de trueque, algo habitual en aquella comarca.