jueves, 21 de junio de 2018

La Saga de La Encomienda por Martín L Fernández-Armesto (019)


Ayuntamiento de Carrión de Calatrava

Pero Franco tenía planes específicos para Castilla La Mancha que no incluían, como hemos dicho, la industrialización de nuestra región, relegada a ser un territorio cinegético para los próceres del Movimiento Nacional y aquellos empresarios, principalmente catalanes y vascos, que no le hacían ascos al nuevo gobierno, sino todo lo contrario; nos viene a la memoria ‘La escopeta nacional’ película de Berlanga convertida en ácido retrato de la clase empresarial y política del tardofranquismo. Tampoco se esperaba otro turismo que el nacional, para lo cual se potenció el arte de Cúchares por los pueblos y ciudades de Castilla La Mancha, siendo la plaza de toros lugar emblemático e imprescindible como lo era la iglesia de cada pueblo. 

De todo ello era consciente nuestro Demetrio Expósito, a pesar de su deficiente, por no decir nula, formación, y apuesta por la Hostelería sin la menor duda; de hecho así se lo expone a su suegro a lo largo de los meses que siguieron al brutal impacto provocado por la tortura y muerte de su compinche Justino, el sicario de máxima confianza de don Anselmo, su padre natural. Lo hace día a día en la intimidad de las primeras horas del día, preparando las bases de los productos que serán recocinados del todo a la llegada de los comensales; al principio, el bueno de Antonio no concede la menor importancia a los pronósticos favorables de su yerno sobre el futuro del sector de la Hostelería; en el transcurso de los siguientes meses empieza a ser consciente de la voluntad de Demetrio de abandonar Quintanilla y buscar nuevo horizonte a sus proyectos, que incluían restaurantes y hostales en zonas estratégicas de la región. 

Demetrio expresaba, a su manera, a su familia, las mujeres se sentaban junto a los ventanales de la cocina limitándose a escuchar, los proyectos que venía acunando, azuzado, quizás, por el miedo, pero no por ello menos acertado, como el tiempo demostraría en los años venideros, el año siguiente de 1951 España recibió un millón de turistas, la mayoría de los cuales llegaron por carretera, sin olvidar que su poder adquisitivo era muy superior al de los españoles; cientos de miles de compatriotas vivían cercanos a la indigencia, y no exageraban quienes hablaban, bien que a escondidas, de una España del hambre, aliviada en cierta medida en aquellas zonas rurales, donde los pequeños huertos abastecían, junto con algunos animales, aquellos hogares y sin olvidar el pan, garantizado durante todo el año por el Servicio Nacional del Trigo; creado por Franco en 1937 en plena guerra civil; su intención era garantizar el abastecimiento de cereales a las tropas; posteriormente, durante la posguerra, en plena autarquía, sirvió para frenar la especulación en los precios de los cereales, que empobrecían al agricultor. El SNT unificó el precio de los cereales en toda España. Tanto los silos que aparecieron por toda España, como los pantanos, acercaron el mundo rural, a los labradores, al régimen del general Franco, salvo en aquellas zonas donde la represión había resultado brutal, entre ellas Castilla y Extremadura. 

Demetrio no resultó ser un visionario, solo en una década, la de los años ‘50’, atravesaron España de norte a sur, en dirección opuesta a la emigración, quince millones de turistas, la mayoría de ellos, al igual que quienes nos visitaron a principios de esa década, lo hicieron por carretera, y Demetrio, sin información de ningún tipo, sabía que era en la carretera donde había que estar y para ello se preparaba él mismo y hacía aquellos esfuerzos para obtener el consentimiento de sus suegros, algo que animaría de forma definitiva a Rita, entristecida siempre que su amado esposo planteaba la posibilidad de abandonar Quintanilla, más difícil para ella, como es fácil de entender, dado el amor que profesaba a sus padres. 

La decisión de partir se tomó durante la Navidad de 1949, sería en primavera, hacía meses que Quiteria preparaba los dineros del fideicomiso con la ayuda del escribiente de don Anselmo, de forma que Demetrio pudiera acceder a aquellos fondos, sucios de sangre, en el momento de hacer frente a sus proyectadas inversiones; era mucho dinero, una pequeña fortuna, del que solo podía disponer él mismo, y cuyo origen ya se había perdido con el tiempo, nadie pediría explicaciones sobre el mismo, el fideicomiso lo garantizaba. 

Realmente fueron unas Navidades tristes, el único consuelo a tanta aflicción familiar procedía de los preparativos de boda de Tomasillo y Teo, única forma de no despertar recelos en fondas y posadas, ya decidido el destino y el viaje combinado en tren y autobús de línea; también se procedió a la búsqueda de personal que atendiera la casa de comidas de la familia.