Ayuntamiento de Campo de Criptana |
En décadas posteriores, concretamente durante el desarrollo y auge de la segunda generación de la saga familiar de Demetrio en la Encomienda, el estraperlo de antaño fue sustituido por la llamada, en sede judicial, receptación, que es un delito cometido por los que, teniendo conocimiento de la comisión de un delito contra la propiedad, aprovechan para sí los efectos del mismo; hoy en día es habitual escuchar: ‘fulano de tal es autor de un delito de receptación de objetos robados’. De igual manera que los gobiernos Republicano y Nacional fueron de suyo incapaces de frenar la expansión del estraperlo, que floreció hasta finales de los años ‘50’, la receptación aparece en estos predios en la década de los ‘70’, y los gobiernos nacidos de la Transición han sido incapaces de impedir el desarrollo de la misma, de forma especial en las zonas más deprimidas económicamente, allá donde prolifera al alza la economía sumergida y se hace más difícil el control fiscal. En ambos casos, la comisión de los delitos de estraperlo y receptación han sido poco castigados, las sanciones siempre fueron moderadas.
Demetrio y Rita habían solicitado una vivienda para ellos y sus dos hijos, Isidra y Diego, en el INV, que era el Instituto Nacional de la Vivienda, y había sido creado recién terminada la guerra y fue el primer paso para la construcción de viviendas de protección oficial o de renta baja, por contraposición a las casas baratas de los tiempos de la República. Incluso habían visitado el solar donde se construirían las primeras viviendas, que no tenía aún calles pavimentadas según un trazado urbano, sino callejas de tierra apisonada, polvorienta en verano, convertida en barrizales en otoño e invierno y maloliente siempre. Les habían prometido la vivienda para 1950, lo habían afirmado con toda seguridad, ahora la ilusión se desplomaba para la pareja.
Se trataba de poner tierra por medio ya que la vuelta de los republicanos encarcelados o forzados a trabajar como esclavos en aquellos campos de concentración, mal llamados de trabajo, ponía a Demetrio en situación de riesgo; tarde o temprano aquellos viejos pastores, testigos a la fuerza de las ejecuciones y paseos, hablarían al amor de la lumbre de sus casillas, muchas de las cuales eran ya utilizadas como viviendas por los que habían regresado, a la espera de que les fueran devueltos sus bienes decomisados antes de su encarcelamiento. Se esperaban miles de desplazamientos y realojos por toda España, varios cientos en Castilla La Mancha; los condenados a muerte por los Juicios Sumarísimos del Caudillo habían sido indultados, en una gran mayoría y retenidos en prisión durante seis años, ya cumplidos y los trámites para la vuelta a sus hogares habían comenzado en 1945.
El sector de la hostelería había soportado fuertes impuestos desde el inicio de la contienda y ello provocó una fuerte bajada del consumo tanto en bares y casas de comidas como en casas de pernoctación, pensiones y hostales; esos impuestos desaparecieron a mediados de la década de los ‘40’, en lo que se llamó vulgarmente desarrollismo y políticamente ‘La Nueva España’. Casa Antonia aumentaba su prestigio y la clientela se mantenía fiel, sus proveedores eran los mismos agricultores, por lo que la calidad estaba garantizada. Demetrio se había convertido en un gran cocinero, incluso Tomasillo hacía sus pinitos en la cocina, aunque su cometido era muy simple, se trataba de preparar ensaladas, aquella lechuga y esta zanahoria de la que estaban tan necesitados los que habían regresado al pueblo; el pollo era el manjar preferido y quedaba reservado para los domingos y fiestas de guardar, había llegado a convertirse en especialidad de Casa Antonia, junto con el pisto manchego y el conejo con arroz y berenjenas.
El Gobierno del Generalísimo no incluiría a Castilla La Mancha en sus planes de desarrollo, bien conocidos como Polos de Desarrollo, aunque su denominación oficial era Planes de Desarrollo Económico y Social, que se pondrían en marcha a partir del Plan de Estabilización de finales de los ‘50’, finalizada ya la etapa de la autarquía, propia de los años de posguerra, en la que España se las vio y deseó con sus propios medios, aislada como estaba del concierto de las naciones y hasta cierto punto castigada por las potencias del Eje por sus coqueteos con los dirigentes nazis, y una vez finalizada la segunda guerra grande en 1945.
Nos encontramos, pues, en plena autarquía, con un sector en auge que es la Hostelería, por la necesidad de los españoles de abandonar las penurias sufridas, con la aparición de bares y nuevos establecimientos hosteleros; y también debido a los numerosos desplazamientos por mor del reagrupamiento de familias enteras que emigraban desde nuestra región hacia tierras más prósperas, se atisba ya, aunque de lejos, el fenómeno del turismo.