Manuel Puerto Ducet
B. Madoff, condenado a 150 años de cárcel; un hijo suicidado y el otro falleció de cáncer. En España sale gratis. |
Pensaron que con ello mejoraban la calidad del producto final, cuando en realidad era todo lo contrario. Fiaron a que, en condiciones normales de mercado, la conjunción de unas cédulas hipotecarias (hasta entonces consideradas valor de refugio), junto a los futuros incorporados, compensaría el impacto negativo de sus propios activos dudosos y, por lo tanto, lograrían equilibrar el resultado final de un engendro con el que inundaron el mercado norteamericano y el de medio mundo. Irrumpieron en escena las sociedades de rating con Moody’s y Standard & Poor’s a la cabeza, adjudicando a estos productos, altas e injustificadas calificaciones, apoyándose más en la fama del emisor que en la solvencia del producto. Buena parte de estos activos registraron pronto una devaluación superior al 60% y el resto se manifestaron incobrables, obligando a Lehman Brothers y a distintas entidades emisoras a declararse en quiebra. De la misma forma que un resfriado puede desencadenar una patología latente en un cuerpo debilitado, aquel fue el detonante que provocó la reacción en cadena, que recorrió todos los países y que acabó provocando un alud económico de imprevisibles consecuencias.
Posteriormente, intervinieron otras variables de mayor complejidad que no son de fácil exposición, pero voy a esforzarme en hacerlas comprensibles para el lector no especializado: imaginen que depositan sus ahorros en un banco o en un broker-dealer y un buen día se presentan en sus oficinas y les dicen que usted no consta para nada y que su dinero ha desaparecido. No piensen ni por un momento que estoy elucubrando; eso es lo que les sucedió exactamente a los clientes de MF Global en septiembre de 2011. MF Global era un «Primary Dealer» de la Reserva Federal de Estados Unidos con 40.000 millones de activos. ¿Qué había ocurrido? Pues nada menos que se puso al descubierto buena parte de la letra pequeña que se escondía tras el crack de 2007 y que habían obviado quienes tienen facultad para hacerlo. No se trataba de la puntual mala praxis de una determinada sociedad; tenía una dimensión global y afectaba profundamente a todo el sistema.
Si acudimos a un intermediario financiero para invertir en el mercado de futuros y queremos apalancar nuestra inversión, deberemos ofrecer lo que se llama un colateral como garantía para cubrir nuestras posiciones. Si queremos tomar una posición de 3.000 euros, deberemos normalmente depositar 300, establecido; en este caso, habremos doblado nuestra inversión, pero si lo pierde nos quedaremos sin nada. En un mercado volátil, es habitual que el intermediario nos solicite un margin call, o sea, que depositemos un mayor colateral que cubra un superior riesgo de pérdida. Esta práctica se conoce como hypothecation. ¿Qué sucede cuando el intermediario coge el activo pignorado y lo utiliza como nuevo colateral para apalancar otras operaciones por su cuenta? Pues lo primero que sucede es que, en la práctica, nada ni nadie se lo impide y lo segundo es que el colateral que depositó el cliente no se utiliza para una sola rehypothecation (que es como le llaman), ya que el depósito que dejó en prenda se hipoteca, se rehipoteca y se vuelve a rehipotecar, respondiendo por una sucesión de apalancamientos.
Mientras los mercados se orientan al alza, pues todos tan contentos. ¿Pero qué sucede cuando de improviso nos sorprende un crash bursátil? Pues que nos encontramos de repente ante un «esquema Ponzi» legalizado; algo parecido y con el mismo resultado a lo que montó Madoff, que arriesgó al salirse del sistema, montando el negocio por su cuenta. De no haber actuado de forma independiente, es posible que no hubiera sido arrojado a la hoguera para purgar sus pecados y el responsable hubiera sido el «sistema», o sea, nadie. En Estados Unidos, está fijado un límite en las rehypothecation, que se corresponde con el 140% de la deuda que el cliente tenga con el intermediario, pero, a pesar de que ello ya concede un margen considerable a la pura especulación, no tienen más que transferir la inversión a Reino Unido, que allí no hay límites establecidos y ni tan siquiera se exige el consentimiento del cliente.
Estas prácticas actuaron como segunda plataforma acelerando la crisis, tras el detonante de las subprime, provocando el colapso de liquidez del sistema (shadow banking system) y obligando a todos los bancos centrales del mundo a inyectar masivamente liquidez para compensar la financiación mayorista. No es mi pretensión asustarles pero, según cálculos del FMI, el 50% del shadow banking system procede de las rehipothecation y de ellos tan solo un 25% tendría contrapartida real. Considerando que el shadow banking system asciende en Estados Unidos a 15,5 billones de dólares y que, sobre la mitad de esta cantidad, no llega a 2 billones los que tendrían contrapartida real, representa un agujero de aproximadamente 5,5 billones de dólares, tan solo por lo que respecta a EE.UU. He intentado hacer averiguaciones, pero, por lo que parece, en Europa nadie se ha molestado siquiera en calcular el montante de la avería.