Plaza Mayor y ayuntamiento de La Puebla de Montalbán |
Aquel maldito mecánico había excitado neuronas aún no reconocidas, presentes en el desorden cerebral de la mente escindida de Eulogio; agravando el trastorno de personalidad y conducta desviada que se conocía ya desde su juventud y que aún no había sido tratado convenientemente, algo habitual en aquellos pueblos del Común de la Mancha y otras comarcas, a sotavento de vías de comunicación y dotadas de escasos recursos sanitarios, particularmente en cuanto a neurología y sus ramas se refería. Estos elementos de mente disociada quedaban al albur de la sociedad, a excepción de quienes eran diagnosticados certeramente por médicos de cabecera responsables que actuaban en el seguimiento de la conducta de los pacientes que podían estar afectados de enfermedad mental, como era el caso de Eulogio, que pasó desapercibido entre los suyos, que se limitaban a definirlo como violento e inconstante, eso sí, muy dado a subidas y bajadas de ánimo; bipolaridad que devendría en esquizofrenia con los años, con ayuda del alcohol. Eulogio podía ser objetivado como enfermo mental precoz que no fue diagnosticado como tal hasta que fue demasiado tarde, como se venía conociendo en el tiempo, más de un año, que moraba en el entorno familiar de “Zagala”.