MLFA, Kapitan und Krieger - Último capítulo de la serie de MLFA durante su estancia en Vietnam a bordo del petrolero de bandera liberiana “Saigón Ocean”.
Corría el sexto mes desde nuestra llegada a Singapur cuando finalizaron la construcción del pantalán de descarga del keroseno y otros carburantes, alejado quince kilómetros del centro de Saigón por razones de seguridad. Desde aquel pantalán se bombeaba el keroseno a la base aérea de la capital; esta repleta de aviones ‘Mc Donnell Douglas F-4 Phantom II’ y helicópteros ‘UH-1 Iroquois’, de estos pájaros (iconos de la guerra de Vietnam) se utilizaron 7.000. Nos quedaban tres meses de contrato, en teoría, ya que fueron cinco, nos lo prorrogaron dos meses más ante la dificultad de encontrar oficiales europeos. Comenzaba el peligro real; hasta entonces, al descargar el refino a barcazas, lejos de la costa, el riesgo de explosión a bordo era relativo. Los marines disparaban sin tan siquiera dar el alto a cualquier embarcación sospechosa que se acercara al petrolero. En su camarote-armero disponían de lanzagranadas.
El olor a ‘maría’ era agobiante, fumaban de forma convulsiva hasta que el sargento ordenaba parar; el capitán, 'Gringo', no tenía autoridad sobre ellos, además eran buenos chicos y le abastecían de cigarrillos de marihuana que ‘el viejo’ fumaba en su camarote. El sargento solo fumaba en la intimidad del despacho del capitán, a puerta cerrada. En definitiva; todo el barco olía a marihuana, te colocabas por ósmosis, aunque no dieras una sola calada, que alguna que otra dabas en el alerón o en la cubierta de radares, chupando maría y radiación a un tiempo.
Para la maniobra de atraque al pantalán nos ayudaban dos remolcadores asmáticos vietnamitas
Dos tripulantes, uno de cada remolcador, subían a bordo para recibir el óbolo de rigor: cajas de cerveza, botellas de destilados de alta graduación y cartones de cigarrillos USA (reponíamos todos los viajes en Singapur), aunque nunca supe quien proveía de marihuana a los ocho marines. Los patrones de los remolcadores eran unos inútiles, amen de lameculos, y el ‘Gringo’ no les hacía caso, de hecho ‘tiraba’ de ellos, en vez de dejarse ‘arrastrar’ por aquellas tartanas acuáticas. La norma no escrita era no menospreciar a los vietnamitas. En mi opinión, los vietnamitas preparados y con formación civil y militar eran los del norte, los ‘vietcong’, lástima que fueran comunistas; sus herederos son capitalistas, es el proceso seguido por Rusia y China. Una de mis hijas eligió Vietnam como destino en su viaje de bodas, ¿lo hizo en honor a su padre? Lo cierto es que nunca lo he sabido, mi matrimonio se rompió en 1986. Un matrimonio y dos relaciones de pareja estables no te dejan tiempo para sensiblerías; le envié un mensaje recomendándoles que pasaran la frontera y visitaran Cambodia pero no obtuve respuesta.
Es obligado visitar Cambodia; el ‘País del Mal’, el mal en su máxima expresión, los ‘jemer rojos’ eran la expresión asiática de los ‘hutus’ africanos (animales salvajes que merecían ser exterminados, en mi opinión) El sargento Myke J Bells (llevábamos juntos seis meses) me confesó, una noche de cervezas y ‘maría’ en la ciudad, que su país se había equivocado, debido al ‘anticomunismo’ furibundo de Kennedy, Johnson y Nixon, fruto de la ‘Teoría del Dominó’ de Truman; este consideraba que había que frenar la expansión del ‘comunismo’. Myke consideraba que había que intervenir en Cambodia a sangre y fuego y construir un nuevo país sin alimañas humanas. Añadía que los vietnamitas se las arreglarían solos; el sargento tenía razón, como ha demostrado el tiempo. Vietnam se ‘reunificó’ en 1976, tan solo un año después de las negociaciones de paz de París de 1975, creo que no me equivoco en las fechas. El líder de los 'jemer' no fue ejecutado (como se merecía) y ha muerto hace poco tiempo en prisión.
Detrás del pantalán se erigía una superficie boscosa que no habían podido talar o incendiar
En 1971 y 1972 pintaban bastos para los USA; el Vietcong se imponía en todo el país, Hanói era suya (hoy es la capital del Vietnam reunificado en 1976, como ya he dicho). En el momento previo a dar los cabos del petrolero a la plataforma del pantalán un helicóptero ‘UH-1’ se situaba sobre el buque y ametrallaba a discreción aquella foresta por si hubiera algún ‘viet’ con lanzagranadas; acompañado, a veces, por otro helicóptero hermano que se situaba justo encima de la masa boscosa.
El ruido era infernal a pesar de los cascos que habíamos comprado en Singapur, todavía lo recuerdo
Tardábamos de 12 a 14 horas en descargar las 25.000 toneladas de keroseno con aquellas grandes bombas que hacían retemblar el casco de la quilla a la perilla de la bandera liberiana. Por cierto, los jóvenes marines permanecían muy atentos, serios como hombres que les doblaran la edad, y la marihuana no parecía surtirles efecto alguno. Sin ‘maría’ durante la maniobra y estancia atracados al muelle de madera, le pegaban sin parar al Winston y al Camel, este sin filtro. Uno se imaginaba cómo sería la vida de estos muchachos al terminar la guerra, suponiendo que volvieran con vida; producía sana envidia observar la camaradería que reinaba entre ellos. Años después el mundo entero ha disfrutado de lo lindo con las películas sobre aquella guerra, algunas han sido consideradas obras de arte. (Todos recuerdan “Apocalipsis Now” y la remontada del río Mekong en aquella patrullera). Recomiendo volver a visionar "Platoon" y "La chaqueta metálica".
Una tarde descubro lo que me temía; mi amigo y compañero de embarques en buques liberianos y zonas de guerra, José Luis, venía sumido en la melancolía desde que comenzamos a descargar en el pantalán; además se ‘escaqueaba’ de sus guardias en la máquinas, lo hacía a menudo durante las descargas, prefería estar en cubierta, atento a la tarea de los helicópteros.
Me dice que está pensando en tirarse desde el puente a cubierta, con la intención de fracturarse algún miembro y conseguir que lo expatriaran a España. Le respondí que lo más probable es que se matara o quedara impedido para siempre (no sabía que era peor) y utilicé el truco que reservo para quienes intentan la vía del suicidio, siempre utilizaba la expresión ‘autolisis’, quedaba más serio, lo de 'suicidio' era vulgar; le dije que toda su familia quedaría estigmatizada para siempre (a mí me funciona cuando lo expongo ante un posible suicida y también a quienes ya lo han intentado).
El capitán ‘Gringo’, con quien compartí la información, ordenó nuestro traslado al mejor camarote del barco, el del armador, y mandó instalar una cama supletoria (bastante cómoda) para mi uso; se trataba de que José Luis estuviera acompañado día y noche. También conseguimos una radio FM ‘Grundig Satellit’ que emitía música internacional de calidad, así como plena libertad de uso de la estación TSH (Telegrafía in Hilos); hasta entonces nuestros telegramas con Bilbao y Santander eran pocos y siempre censurados.
Aumenté las visitas a bares en Saigón y restaurantes en Singapur, el dinero no era problema
En diciembre de 1972 llegaron a bordo nuestros relevos; a los once meses de estancia en Vietnam (nuestro contrato especificaba nueve meses a bordo). Personalmente; abandoné aquel país con tristeza, había vivido la mejor experiencia personal y profesional: maniobras arriesgadas, por no decir suicidas; armas de guerra calibre 50; el estruendo de los helicópteros; y la bravura de aquellos chavales de 18/19 años (yo tenía 24 entonces), así como su manejo de las armas. Si los comparamos con los actuales 'mierdillas' de su edad, aquellos alcanzan la consideración de dioses del Olimpo.
Actualmente; cuando me ofrecen productos ‘Made in Vietnam’ los compro todos
PS - Espero que la memoria no me haya jugado alguna mala pasada; han transcurrido 50 años desde entonces. Voy cerrando capítulos de mi vida, a los 74 años, en tiempo de descuento, y preparando mi espíritu para el vuelo definitivo. Me doy por satisfecho, más que satisfecho, por la vida que me ha sido regalada, sin yo merecerlo. Hasta aquí hemos llegado, lo que venga a partir de ahora será otro regalo, más inmerecido si cabe. Desde estas líneas; mi felicitación al actual Gobierno de España por la promulgación de la "Ley de Eutanasia", se trata de una buena herramienta de 'guerra y paz' para alguno de nosotros. Nunca lo hubiera creido del nuevo 'Tahúr del Mississippi', el tal Pedro Sánchez.
(En la foto el capitán MLFA a los 60 años, en 2008).