MLFA - Autor de La Saga de La Encomienda (2015)
La Encomienda es famosa por episodios de matanza de niños y abuelos (2013), mujeres muertas a martillazos y contra los radiadores (2013), niñas secuestradas y violadas (2016), jóvenes violadas y agredidas salvajemente con futuro alcalde por medio (años 80), suicidios por precipitación y disparos de escopeta (2014); todo ello con represión a periodistas y cronistas de tribunales y de la DGGC. Pago de sicarios. ¿Qué ocurre en La Mancha? (*)
Lo recuerdo como si fuera ayer: el ruido estruendoso de una barra de hierro golpeando el asfalto al dejarla caer al suelo el sicario encañonado; en la semioscuridad de la noche creí que el palo que blandía el sujeto era de madera. Ocurrió durante las fiestas de Carnaval de 2014 en la plaza de los Juzgados de La Encomienda. El tipo era un sicario, con pinta de sicario, alto y desgarbado, de unos 40 años de edad, miembro de un clan de 'quinquis' (los 'M..A', no eran de etnia gitana) muy conocido en la comarca. Repartía panfletos de Carnaval por cuenta del Ayuntamiento; ocultaba la barra de hierro, con la que pensaba romperme la espalda, en el bolsón de la cartelería que repartía por los bares y comercios del pueblo. La información está contrastada, los personajes no serán identificados, ello no obstante vamos a sugerir pistas y escenarios que permitan a los interesados 'adivinar' qué ocurrió en lugares de La Mancha de cuyo nombre es mejor no acordarse. Es posible que 'Castilla La Mancha' no exista, es una creencia arraigada en la periferia del Estado español. De hecho el 'nuevo' Feijoó (rehabilitado de sus amistades narco-peligrosas) admite que 'Castilla y León', la de VOX, no existe; hasta el punto de que no ha visitado esa región, no sabe cómo llegar a Valladolid.
Publicaremos una serie de artículos, convenientemente encriptados, sobre la violencia ejercida contra nosotros
Volvamos al sicario, aquel sujeto patibulario contratado por la concejalía de Festejos del equipo de gobierno de La Encomienda. En aquella plaza había varias tabernas, era de noche cuando accedí al interior de una de ellas; su vino blanco del terreno era de excelencia, así como las tapas y el servicio del dueño del local, conocido de hacía años. El local era 'seguro' y paraba en él todas las noches antes de recogerme para la cena. Me extrañó la presencia de un tipo malencarado y grande, desaseado y con un bolsón del que sobresalían panfletos a 'puñaos'. Me situé en un rincón de la barra, pendiente siempre de la puerta de acceso; el dueño se mostraba nervioso, en un descuido de este, que estaba en la cocina, el sujeto se acercó y me dijo en voz baja: "En este pueblo no queremos periodistas".
Rebuscó en el bolsón y salió del bar abandonando bolsón y varios montones de panfletos; tanto el dueño como los clientes que estaban en la barra me aconsejaron no salir y llamar a la policía. Resultaba obvio que el sicario estaría de apostadero. Pagué la consumición y abandoné el establecimiento mostrándome agradecido a los allí presentes.
El fulano apareció al momento con rostro desencajado, intentando evitar la luz de los ventanales; me dirigí hacia él extrayendo la pistola, el chasquido que produjo la corredera al montar el arma lo dejó petrificado, tiró el palo que resultó ser una 'barra de hierro', como ya he dicho al inicio, y salió corriendo. Al día siguiente presenté la oportuna denuncia tras identificarlo el dueño del bar. Fueron a por él y constataron que el individuo había abandonado el pueblo en un tren con destino a Jaén, según declaró una de sus hermanas.
Los hechos sucedieron hace ocho años y eran políticos municipales quienes pagaban a los sicarios con empleos
Esto es lo queda de aquel hombre justo y visionario. La Mancha es un lugar de paso y los viajeros se resisten a pernoctar en sus pueblos.
(*) - Años después el alcalde que se salvó de ingresar en prisión en los '80' (un desgraciado de aquella pandilla 'pagó' por él) fue retenido por la policía al abandonar de madrugada el ayuntamiento acompañado de una mujer asustada con la que habría practicado 'empleo por sexo' entre los ácaros de una vetusta alfombra de los años '50'. El asunto no fue llevado al juzgado. (Ver 'La Saga de La Encomienda', aquella intervención policial no tuvo desperdicio, había comenzado al atardecer).