lunes, 10 de febrero de 2020

Los testigos 'mendaces o falaces' en el procedimiento penal español

MLFA 

Que los testigos mientan es la norma en el proceso penal español; también en el civil, pero debo centrarme en el ‘penal’ por razón de consecuencias tan importantes como pueden suponer las penas de privación de libertad. Se miente a discreción en los estrados (el concepto ‘estrado’ es diferente en el derecho anglosajón); los jueces lo saben, son vagos pero no tontos, y lo peor de todo es que también saben que son los propios abogados (sus colaboradores necesarios en la farsa judicial) quienes ‘preparan’ a los testigos para que mientan con el máximo de ‘credibilidad’ que les sea posible. Esto es sabido por todos los protagonistas del proceso (las ‘partes’, que diríamos) y a nadie parece interesarle reconducir la situación hacia terrenos de exigencia de veracidad en las deposiciones (más bien ‘cagadas’ de la mayoría de testigos en los procedimientos judiciales en España). El mejor ejemplo lo tuvimos en el juicio al ‘Procés’ celebrado en el Tribunal Supremo; todos los testigos de la fiscalía iban ‘preparados’, tan bien preparados que ‘abochornaron’ al propio alto tribunal. También en los procesos penales que me afectan desde 2013, de los que hablaremos a continuación (en referencia a testigos y abogados a quienes forzamos la renuncia). De los testigos ya nos ocupamos en su momento; sus nombres y mentiras se han publicado en los correos. La 'mentira' forma parte de la cultura 'católica'; ello se debe a la facilidad que otorga el 'perdón' del sacerdote; este miente habitualmente, también fornica, lo cual no sería grave... si no lo hiciera con niños; el hombre 'consagrado' sabe que él también será perdonado. En la cultura 'protestante', el mentiroso es 'repudiado' por la sociedad, y en sede judicial es 'sancionado' con pena de cárcel.

Mienten los testigos propuestos por la acusación, la defensa y hasta los de la fiscalía 

Como conocen los lectores; además de mi condición de juez-consorte, ejercí de intérprete jurado en varios juzgados de Catalunya, así como en casernas de Mossos y cuarteles de Guardia Civil; hago hincapié en ello porque aquí no se trata de ‘opinar’ sino de transmitirles constataciones de hechos en sedes judiciales. 


En cuarteles y casernas no hablábamos de nada que no fuera la traducción del interrogatorio al detenido de turno; pero… (aquí viene el ‘pero’ típico), en los juzgados era diferente. Nunca hablaba con los jueces; nunca me han gustado, son autoritarios hasta con los funcionarios (no les avergonzaba, de aquella, llegar al juzgado entre 10:00 y 10:30 y ‘desaparecer’ hacia las 14:00 horas, en ese período dos bajadas a la cafetería), lo hacían con total impunidad, nadie está por encima de ellos. 

Hablaba con los fiscales; con ellos la relación era fluida porque necesitaban una ‘interpretación’ clara y transparente a fin de evitar contradicciones. O hacer el ridículo, como ha sido el caso del fiscal Carballo, ‘corregido’ por el acusado Mayor Trapero y su letrada, a quien le costó contener la risa. Trapero, como buen policía, permanecía hierático tras corregir al fiscal. Carballo quiso dárselas de conocedor de la lengua catalana e hizo el ridículo más espantoble, eso además de poner en grave riesgo la defensa del policía (eso son palabras mayores).

En el viejo Reino Judío el falso testimonio se castigaba con la lapidación (Levítico)

Por medio de los fiscales pude enterarme de la gran farsa de los testigos en los procedimientos judiciales españoles. Fiscalía, acusación particular y defensa, ‘aleccionan’ a los testigos acerca de las respuestas; si el testigo se muestra reticente, o, más directamente, les manda a tomar por saco, entonces prescinden de él, también ‘directamente’

En mi caso ocurrió al revés; el ‘repudiado’ fue uno de los abogados de la defensa 

Uno de mis abogados me ‘ordena’ ¿cómo coño se le pudo ocurrir? que me ponga en contacto con los testigos para ‘asegurarme’ de que sus respuestas eran las que el mismo abogado ‘necesitaba’, de otra forma no podía ejercer la defensa tal y como la había planteado. 


Le respondo de inmediato: ¡Me estás pidiendo que ‘prepare’ a los testigos! Responde que no se trataba de ‘preparar’, considerándome imbécil, después de cuatro años de procedimiento, del que no tenía ni puta idea. De vuelta a mis cuarteles del Sur – en las siguientes 24 horas a mi llegada – forcé su renuncia fulminante. 

Somos nosotros mismos quienes hemos ‘preparado’ el interrogatorio de los testigos 
(Sin hablar con ninguno de ellos, como es obvio) 

PS - Si mienten los denunciaremos 'in voce', de forma que conste en acta; son funcionarios públicos y deberán atenerse a las consecuencias. Aquellos que no lo son deberán andar con cuidado; mentir les saldrá caro, dentro o fuera de la sala de vistas. (Donde proceda interponer denuncia por falso testimonio).