Los españoles de a pie comienzan ya a ser conscientes de la gran farsa, dizque 'estafa', que supuso el título VIII de la Constitución del '78', aquel que se refiere a una España de las Autonomías; estafa de doble vía, ya que, de un lado, se trataba de una mera 'descentralización' administrativa, y de otro se producía una duplicidad de órganos y, por consiguiente, de funcionarios; cientos de miles de empleados públicos 'etiquetados' en función del partido político al que pertenecen, más bien del entorno social y 'levas' regionales de elementos bien remunerados. Los padres constituyentes, a excepción de Juanito Ajuriaguerra, que se llevó el gato al agua, apoyado de forma implícita, por las '9mm parabellum' de 'los de ETA' (como le gustaba decir a Arzalluz, para no llamarlos asesinos); decía, que me he liado, que los 'padres' de esa farsa fueron los colaboradores necesarios de la misma. Ajuriaguerra era de lo mejorcito del PNV de los "70", muy diferente del actual. El 'felipismo' se superó; fue cómplice, no simple 'colaborador'.