jueves, 28 de diciembre de 2023

Petroleras y fontaneros: El drama de las separaciones a los 45 años

 MLFA

Han pasado 40 años desde que conocimos las primeras separaciones, y 10 años desde que la separación matrimonial se convirtió en pandemia nacional; entonces hablábamos de separación no de divorcio, y de aquellos jueces salvajes que dictaban sentencias-castigo que no se sostenían jurídicamente; en mi caso, una jueza que, sin tener en cuenta que mi mujer era funcionaria de alto nivel, y que la casa familiar estaba registrada a su nombre, en régimen de separación de bienes, por mi profesión de Capitán de la Marina Mercante; decidió que "Yo debería aportar el 50% de mis retribuciones hasta que mis dos hijas encontraran profesiones adecuadas a su forma de vida". (Más que la juez del caso parecía una amiga íntima de la demandante). Cuando se produjo semejante disparate jurídico yo me encontraba en Osaka (Japón) y no pude recurrirla en apelación. Me dio absolutamente igual, trabajaba en navieras piratas, radicadas fuera de España; aportaría a la familia lo que considerara justo. Mi mujer se quedó hasta con el álbum de fotos, nunca he reclamado nada. Cada Navidad recuerdo aquella etapa de mi vida; con el 'Tranxilium-5' como fiel compañero, durante los primeros años; y convencido de que hice lo más conveniente para los dos. Pude amar y ser amado por varias mujeres, cuyo denominador común fue que todas eran buenas personas, además de hermosas; el matrimonio para toda la vida había dejado de existir para mí en 1986, y no he parado nunca de dar gracias al Señor por ello. El matrimonio es el pudridero de las libertades, se convierte en un enfrentamiento, más o menos solapado, y termina convirtiéndose en un verdadero infierno para los dos cónyuges, no importa la clase social a la que pertenezcan estos. Aquella joven muchacha que miraba embelesada al novio, a pesar de que el chico era un capullo y sólo decía imbecilidades, tarda muy poco tiempo, tras la primera maternidad, exactamente, en perder la admiración que parecía sentir por él; la pareja amorosa de antaño se convierte en un par de contendientes, más o menos complacientes (falsamente, por supuesto) en función del status social y económico (sobre todo este último) de la unidad familiar. El contrato matrimonial, civil por supuesto, debería tener una duración de 5 años, renovables; al igual que ya no se casa el patrón con el obrero al existir el despido libre (made in Felipe González), ni los caseros antiguos con sus inquilinos antiguos; pues eso, matrimonios renovables cada 5 años; tanto él (de chándal todo el puto día) como ella (tengo un lumbago terrible) se andarían con tiento y cuidarían su relación de pareja, en lo que respecta al sexo, al respeto y a la admiración mutuos. Olvidé decir que las petroleras no le hacen ascos a la fellattio, hacen de la necesidad virtud; la parienta de toda la vida vomitaría en las sábanas de raso. Recuerdo que lo intenté una vez y me cayó la del pulpo. Posteriormente, ha resultado ser una práctica habitual con mis parejas.

En las clases bajas la situación es muy preocupante; los insultos y descalificaciones están a la orden del día, y en ese terreno tan peligroso se lleva la palma la mujer; cuando la situación se convierte en catastrófica, el hombre algunos hombres, de personalidad débil y/o inestable, y mucho menos conciencia emocional, se autolesionan o agreden a la pareja; nadie quiere indagar acerca de (todos) los factores negativos que influyen en la violencia de género. En mis trabajos de campo he encontrado mujeres jóvenes, con uno o dos hijos, que mantienen con rotundidad: "Si me separo, sólo me volvería a casar con un tio con dinero", lo grave es que han dejado de querer a su marido a los 38 años de edad. El lector puede deducir el trato que dedica la muchacha al marido, y el que le espera cuando se jubile. ¿A qué se debe la violencia de género entre ancianos? 

Hemos visto a ella 'justificar' la ausencia de clase de su "ex" porque este bebía de la botella 'a morro'

(Por llevar tirantes con los tejanos, utilizar mondadientes, comer con la boca abierta, o mear en la tapa)

(La hemos visto acostarse desnuda, cuando 'aceptaba', para que no hubiera prolegómeno amoroso)

Hoy hay tal cantidad de 'petroleras' a mano que los tíos 'se van a por tabaco' y no vuelven

Aquella juez me había sentenciado a la muerte civil; sin casa y enseres y la mitad del sueldo, no tenía futuro

Ocurrió en 1986, yo tenía 38 años (ver foto) y toda la vida por delante; en aquel preciso momento decidí que la relación con otras mujeres debería de ser, a partir de entonces, de carácter eventual, o, como mucho, de carácter fijo discontinuo; así lo he venido haciendo a lo largo de mi vida, y no me ha ido nada mal. Vivir la Navidad en soledad (así lo hacía aunque estuviera arrejuntado con otra mujer, a la que mandaba esos días con sus padres) es una experiencia del todo gratificante, siempre que tengas estabilidad emocional y no te asuste la soledad; la soledad navideña te permite bucear en tus recuerdos, preñarte de nostalgia y conseguir que la música te haga vibrar, riendo y llorando, en función de los recuerdos; eso no se lo puede permitir un abuelo capullo rodeado de nietos-capullo, de hijos displicentes, y la madre de ellos, la que los parió, con sonrisa meliflua, esa señora que no recuerda la última vez que fornicó, allá por los años 80, al inicio de la Transición, cuando Felipe todavía cubría a la parienta, y justo antes de dejarla por otra, no mejor, pero 15 años más nueva, que es ahí donde está la clave, en el 'más nueva'. Debemos entender que con una expectativa de vida de 80 años, ellas de 87, la actividad sexual se reduce a 5/6 años, en el mejor de los casos, no tiene ningún sentido; de hecho, resulta antinatural; a pesar de que ellas lo acepten de buen grado. Se constata que la mujer occidental equipara la sexualidad a la procreación. A partir de la parejita se cierra el grifo, y comienza la travesía del desierto hasta que encuentras otra; 15 años más joven, como ya he dicho.

Hotel "Los Tamarises" en la playa de Ereaga (Getxo-Vizcaya).

Fue entonces cuando tuve mi primera experiencia con una 'petrolera', fue en "Los Tamarises" de Neguri

Corrían los años de hierro de la banda terrorista ETA; la sociedad vasca estaba en crisis en todos los órdenes de la estructura social y familiar, todos los estamentos se resintieron, y el de la familia no se libró de padecer las consecuencias. Era difícil gestionar el miedo, además la parienta imponía el silencio. ¡Lo hacía porque sí! Ni ella misma sabía lo que hacía, pero en Euskadi las mujeres mandan mucho (son matriarkas, algo que desconoce la Irene Montero). El hombre se abría a los amigos de confianza y a otras mujeres más dialogantes.

La misma crisis matrimonial la hemos vivido durante la pandemia de Coronavirus y en la post-pandemia

En "Los Tamarises" de la playa de Ereaga se reunían varias mujeres separadas, las llamábamos 'las petroleras', en honor a la serie 'Dallas', que tanto impacto causó en la pacata sociedad española de entonces con sus historias de cuernos, separaciones y divorcios. Eran mujeres cuarentonas, muy hermosas, vacías como la cáscara de un huevo, que habían accedido al matrimonio con personas cultas y solventes, social y económicamente; la mayoría de ellas fracasaron en sus segundas nupcias. Fue entonces cuando acuñamos el término: 'Club de las segundas esposas'; estas mujeres destilaban odio, encubierto, claro está, por sonrisas y presentaciones elegantes en el vestir y en el calzar, una de ellas fue mía tras divorciarse de su marido burgués, y de su posterior romance con Amedo, el de los GAL de Felipe González, dicho de otra manera; hembra de tercera mano en los inicios de los "80", toda una revolución social.

Todo aquello era lioso de más: ¿Separación? ¿Qué papeleo? El divorcio estaba ya al caer con el 'felipismo'

A principios de siglo a partir de 2005 las clases populares acceden al Divorcio, el promulgado por el ministro socialista Fernández-Ordóñez, con la oposición brutal de la derecha y de la Iglesia. Es entonces cuando aparece el fenómeno que denomino los fontaneros, que engloba a todo tipo de chapus (No confundir con 'los chuches' de M. Rajoy), hombres en la cuarentena, especialistas de todo y de nada; algo de electricidad, de albañilería, de pintura y también algo de carpintería doméstica; hombres que redondeaban su magro salario como putos obreros (ahora se dice 'trabajadores') con unos dineros extra, opacos al fisco, que gastaban con prodigalidad; lo hacían en salas de fiestas y discotecas a las que acudían de cacería, allí vivaqueaban con lustrosas hembras de ropaje barato, divorciadas como ellos, y en la edad del grano de anís ('La Tabernera del Puerto), resplandecientes sus cuerpos, bien perfumadas, y atentas a las gilipolleces del fontanero de turno; este no sabía que la hembra aquella era como su ex mujer, de la misma camada, pero algo más joven. 

Los ricos burgueses exigían de la nueva esposa que tuviera 15 años menos que su 'santa', los 'fonta' con 5

No se trataba de un evento furtivo o clandestino, M. Rajoy y señora estaban encantados en la celebración del matrimonio 'homo' del Maroto. 

No fue un evento privado, sino un acto de partido con dirigentes de todas las épocas; el PP en pleno bendijo el matrimonio que dijeron era 'antinatural'. Uno le pregunta al otro, o sea el marido al otro marido, antes del coito: ¿Dónde pongo mi chaqué para que no se arrugue? Maroto responde: ¡Aquí, encima del mío!

Por cierto; la derecha cavernícola se opuso con grave crispación al divorcio, al aborto, también a los matrimonios entre maricones (entonces se decía así) y lesbianas, y a los derechos de los transexuales (yo también me opongo a que se hable de matrimonio, y a que les corten el pitorrín a los niños, a petición de ellos mismos). A pesar del rechazo a lo bestia, el sobrecogedor M. Rajoy ofició de testigo en la boda de uno de sus dirigentes (hoy senador poco influyente) con su hombre de toda la vida. Aquello fue una epopeya; recuerdo que cuando los machos contrayentes le abrazaron salió de estampida a su habitación del hotel para limpiarse el sudor y restregarse colonia por todo el cuerpo, no sea que hubiera cogido (también se decía así) el SIDA. Un puto cachondeo, lo del gallego en aquella boda vitoriana. Hoy la derecha protofranquista lucha denodadamente contra los indultos y la amnistía a los presos y exiliados del Procès catalán de 2017. Terminarán acudiendo a la investidura de Puigdemont como MHP de la Generalitat, ya lo verán. Necesitarán todos los votos de JUNTS (antes CDC) y del PNV para suplir los de VOX, que solo tendrán 9 diputados y resultarán irrelevantes.

Es un hecho constatable que se la tendrán que envainar de nuevo al no contar con el apoyo de los 'milicos'

A lo largo de mi trabajo de campo he conocido verdaderos palurdos con pequeños yates (ellos mismos los reparan); automóviles SUV coreanos, nuevos de trinca; caravanas de 2ª o 3ª mano; y hasta 'casillas' en el campo, destartaladas, eso sí, pero que dan el pego ante la nueva conquista (eso de ir de la discoteca cutre al campo y follar al amor de la lumbre de la chimenea del fontanero, mola mazo). El balance de estos saltos de cama en cama suele dejar 3/4/5 'hijos/hijas/hijes' desperdigados, afiliados al fracaso escolar, y sus necesidades las cubren con un chino y un kebab; estos jóvenes se emparejan pronto y sobrevienen embarazos indeseados, se separarán pronto, sus mete-saca no eran amorosos de amor, sino de testosterona. Jóvenes adictos a los móviles, y propietarios de una amotillo de poca cilindrada. Son los hijos de los 'Fontaneros' y, a diferencia de sus padres, no encontrarán trabajo como obreros y tampoco chapus como fontaneros. Recibirán ayudas y subsidios, mejores o peores según quien gobierne, y todos nosotros, como unos gilipollas, pasaremos a denominarles 'unas personas vulnerables', y como estos jóvenes sin futuro serán conscientes de que los inmigrantes reciben más y mejores ayudas que ellos mismos, pasarán a engrosar las filas de VOX y marcas similares, que haberlas hailas, si bien es cierto que serán unos votos, miles de votos, perdidos, porque ir a votar supone un esfuerzo ímprobo para estos mendas.

Las perjudicadas resultan ser las muchachas; aunque son 'corresponsables' y terminan siendo las agredidas

La execrable violencia de género no se analiza en profundidad; no entramos en las causas